CARTA ABIERTA A JUAN JOSÉ IBARRECHE
Señor presidente de las Vascongadas: Parece ser que usted no escarmienta. Es usted como uno de esos boxeadores sonados que van de acá para allá con la ceja partida, la nariz como una alquitara tumefacta y ladeada, escupiendo dientes, sangrando por la boca, y aún quiere lanzar puñetazos que no tocan al adversario. Aquí tiene que intervenir un árbitro y declararle a usted k.o. técnico. Resulta admirable su capacidad para encajar sopapos, soplamocos, tantarantanes y pasagonzalos, su empecinamiento heroico y su resistencia a derrumbarse sobre la lona. Y aún así, cuando ya está usted hecho un eccehomo, y no le queda más remedio que caer, se pasa una temporadita en la enfermería, se repone un poco, sorbe algún reconstituyente y se sube de nuevo al ring para volver a las andadas, seguir erre que erre y vuelta la burra al trigo. Mire usted, don Juan José, eso que usted llama consulta popular al pueblo vasco no es más que una chiquillada para llamar la atención. Estaba el Pesoe negociando con la Eta sobre la sangre, la paz, la vida, la libertad, la dignidad, que son cosas que no pueden ser negociadas con asesinos, y usted, que veía como se quedaba en fuera de juego entre los socialistas y los batasunos, no sabía muy bien cómo evitar el ofsaid y andaba sin saber a qué árbol arrimarse y como si...
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