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La sed

Antes de marcharse, nos habló de la lluvia, de aguaceros terribles, de mares enfurecidos… de la sed que nunca ya conseguiría saciar…

Decía que la lluvia era demasiada y muy pocas nuestras manos…

¡No te preocupes!- le dije: ¡Remaremos!

Esto fue lo que dijo antes de marcharse definitivamente.

A veces, escribir es morir un poco. Aún resuenan en mis oídos aquellas palabras y no me abandona una cierta sensación de sed. Y sé, que aunque sigan siendo pocas las manos, hemos de seguir remando.

Por eso, una tarde pintamos su barco del color de la esperanza…y nos convertimos en marineros.

Remamos aunque el mundo nos duela hasta hacernos sangre, porque hay quien no tiene escrúpulos, hay quien no entiende que no somos dioses, que los dioses no aman, no sufren, no comen, no sueñan…como los hombres.

Remo, y amo a quien me mira a los ojos y siento que puedo entregarle, para que lo guarde a buen recaudo, un trocito de mi alma.

Porque seremos de piedra si no nos dejamos mirar, si no nos emocionamos ante lo hermoso que aún, afortunadamente, y pese a la que está cayendo,  queda en el mundo.

…Y sigo remando.

Aún hay ojos que me miran, manos que me tocan suaves como bálsamo; corazones que laten acompasados con su sístole y su diástole, corazones normales, que se toman el tiempo necesario para decir te quiero y demostrarlo.

Remo,  porque aún nos queda la palabra, a pesar de que hay quien no  sabe usarlas.

Aún nos queda la poesía, y juro ante el mundo que yo la he visto no hace mucho en alguna parte, y remo a pesar de que siguen  cayendo las hostias en lugares que creemos lejos, y eso,  que nos llenamos la boca hablando de globalización y distinguimos, con arreglo a no sé qué criterios crueles, entre mundo civilizado e incivilizado.

Sabemos que hay quien anda por ahí jugando peligrosamente a las batallitas, y todos somos cómplices de ello, no lo olvidemos. Y remo, porque llegará el día en que a esos que juegan a soldaditos les de por disparar palabras y éstas surtirán efecto y arreglarán este mundo tan globalmente de coña en el que vivimos.

Estos playmovil del siglo veintiuno, tienen tan claras las cosas, que cuando les preguntan el porqué de su juego, sueltan con desfachatez supina: “Pues mire usted, para proteger a la población civil”, pues claro hombre, amor con amor se paga…y todos tan anchos.

Como Llamazares y otros tantos hartos ya de tanto cinismo, he rescatado mi chapa de no a la guerra, y me duele el mundo, sí, me duele la  sinrazón de este mundo “gobernado” por hombres a los que la maquinaria del corazón se les ha oxidado de no usarla, que no asumen de una vez que nada, pero nada, tienen que ver con los dioses.

Remo,  porque todas las guerras son una y la misma. Y, en días como éstos, echo de menos aquella pomada invisible que la abuela se ponía en las manos y  sana, sana…se me iban las penas.

¡Y sigo remando, a pesar de que el   viento de marzo, o esta orgía de brujas, se empeña en barrernos la primavera!

Sigue, sigue remando, piensa que aún quedan ojos para encender la primavera; los ojos grandes, negros, profundos de  Amalia, queriendo apresar para siempre el encuentro entre el soldadito y la bailarina;  porque, cínicos del mundo, existen soldados que se enamoran de bailarinas, porque los soldados también  tienen corazón.

Y me quedan los ojos de Omar y Yago escuchando recitar a su maestro la Oda a Pablo Neruda que un día le escribió Gabriel Celaya, disparando palabras directas al corazón, y escuchando arrobados a su papá cuando éste leía esos versos hermosos de Alberti:

De piedra, los que no lloran,

De piedra, los que no lloran,

De piedra, los que no lloran.

¡Cínicos del mundo, repitan estos versos hasta que les hagan sangre y vuelva a latir su corazón!

No eran de piedra los azules ojos de Celeste, ni la sonrisa tierna de Elvira cuando pronunciaba seseante el nombre de su prima: “¡Venga, Selehte, vamos a pintar un caracol!”

¡Cínicos del mundo, seguiremos remando hasta que   ustedes, dioses de barro, escuchen nuestras plegarias y  les de por pintar caracoles, por llenarlo todo  de caracoles;  por caminar despacio, a nuestro lado, sosteniendo este mundo que, no lo olviden, también es el nuestro, y lo queremos normalito, a la medida exacta del hombre!

He bajado al embarcadero, sigue pintado su barco del color de la esperanza… y sigo remando.

Mª José Vergel Vega

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16 Comments

  1. Pepa

    ¡Qué hermoso, pakileon, creer en «la inocencia olvidada del hombre»! Gracias por enriquecerme tantísimo. Un abrazo

  2. pakileon

    me hen llenado tus palabras de fe y de ira, creo en la inocencia olvidada del hombre y espero que la recuerde no muy tarde. Creo en la fuerza de la palabra mas que la de las armas pero sé que, el poder de las armas suena mas fuerte que nuestras palabras de desapoyo y llega asi mi ira. Me ha gustado mucho leerte.

  3. Pepa

    Buenos días a todos los que seguís mis artículos:
    Que nadie se me moleste, que os quiero a todos, pero desde este preciso momento nombro a Ricardo Kantalgayo mi fans número 1, jaja. Me alegra, Ricardo, que mis escritos te produzcan sensación de PAZ; parece una contradicción, pero en mí se desata la guerra hasta que consigo escribirlos. Si te sirven para relajarte, siempre puedes echar mano de ellos. Sobre todo, escribo porque lo necesito y yo me siento bien conmigo misma, y si vosotros me leéis y en algo os aprovecha, pues…la mujer más feliz del mundo!!
    Siento, Chepe, que leyeras el artículo a la hora de comer: la digestión, ¿bien? Verás, yo pienso lo que pienso, que las guerras lo único que traen son muertes de inocentes, porque no me digan a mí esos cínicos que nos gobiernan, que lo primero que pusieron sobre la mesa fue el PETROLEO. No sé, Chepe, ¡me duele el mundo y lo poco de humano que a veces tiene el ser humano!
    Por lo demás, espero que Duende tuviera un viernes hermoso; Jonás me ha hecho caso y sigue rimando. Me encantó el «abracito apretao» de Magnolio. Merche Miranda me hizo emocionarme y recordar los años de bachillerato en el «Medina Cauria». Ana sigue remando conmigo y mi hijo me demuestra cada vez más que en algo ha salido a madre: utópico pero con los pies en la tierra: «menos mal que con los rifles no se matan las palabras…»
    Abracitos apretaos para todos y besitos primaverales.
     

  4. Chepe

    El pasodo jueves, día 24, sería sobre la hora de comer leí este artículo. Hasta entonces tenía muy claras mis ideas y mi postura sobre la intervención de occidente en Libia. ¡A favor!
    Creeme, que con tus palabras, trastocaste la concepción que hasta entonces tenía en este conflicto. Me quedé completamente confundido, como decimos, con la cara de bobo.
    Y todavía ando ahí, dándole vueltas. ¿Se quedan los poderosos dejando que este tipo haga lo que le dé la gana? ¿Intervienen y generan más guerra, más muertes, más miseria?
    Gracias por hacernos ver el prisma desde otra cara distinta a la que nos cuentan los grandes medios.

  5. Kantalgayo89

    No he tenido tiempo hasta hoy para releerme el artículo y me he acordado que la última vez se me olvidó comentarlo. La sensación interior que me dejan tus escritos, Mª José, es de paz, me siento super a gusto cuando los leo. Será por eso que lo he buscado hoy y lo he vuelto a leer, quizá necesitaba de nuevo esa sensación.

    Nunca dejes de escribir por aquí Mª José, ¡soy uno de tus grandes fans!

  6. Duende

    Qué viernes tan hermoso después de leer tu escrito!!! como siempre lleno de corazón y de honestidad!!! Gracias!!!

  7. Pepa

    Buenas de nuevo, Jonás: Hay casos fantásticos de simbiosis entre la ciencia y la poesía. Te recomiendo que leas a Basilio Sánchez, un estupendo médico extremeño y mejor poeta, desde mi punto de vista. Por supuesto, tampoco está nada mal que leas a Góngora. Me alegra estar ganándote para la poesía.
    Estoy de acuerdo en que somos lo que leemos, las lecturas nos van conformando y nos van haciendo crecer como personas, que es de lo que se trata. Saludos

  8. jonasfleon

    Jeje, a mí me pasaba al contrario. Al principio tu estilo, lo confieso, me resultaba empalagoso, quizá porque llevaba años sin leer poesía, que la abandoné (o ella me abandonó a mí, que nunca lo he llegado a saber muy bien) cuando empecé la carrera. Y es que es muy difícil leer poesía mientras se estudia Economía, porque no debe haber nada más antipoético que la elasticidad-precio de la demanda o la influencia de la política monetaria en la disyuntiva inflación-desempleo. Así que mis lecturas en los últimos años habían ido más por otros derroteros. Pero, últimamente, y en parte por lo que te leo aquí y te oigo en la radio, me ha vuelto a entrar al gusanillo de la poesía, ¡y estoy leyendo hasta a Góngora, que siempre me había parecido un cursi redomado! Y como somos lo que leemos, seguramente mi forma de escribir también está cambiando un poco y hasta me estoy atreviendo a hacer mis pinitos poéticos… Lo del artículo es definitivo. Tampoco supone problema alguno. Tengo otras dos o tres cosillas en el baúl. Un saludo.

  9. magnolio

    Como me gustaría expresar con palabras lo que siento cuando leo tus escritos, me llegan dentro, me dan mucha paz , aunque sean tan duros como el de hoy ,comparto contigo las ideas ,que en muchos casos ,expones  sin ningún tipo de reparo, cuanta sensibilidad… en fin que me encantan, sigue deleitándonos con ellos, un abracito , «apretado «Elvira

  10. Merche Mirand

    Qué bonito escribes, Mª José! Lo he leído más de una vez, saboreándolo. Enhorabuena!!

  11. Pepa

    Jonás, no te envaines el artículo, porque soy de las que te sigue asiduamente, y las perspectivas diversas son las que enriquecen un tema.
    Pese a las ametralladoras y a los que ametrallan, sigo pensando que la poesía es un arma cargada de futuro. Todo se andará.
    Tengo que confesarte que cuando empezaste a escribir en TTN, sí me parecías tosco como tú dices, pero ahora no; la prueba, esas nanas que leí con gusto no hace mucho.
    Este gobierno, amigo Jonás, hace tiempo que ha perdido el rumbo, y conste que me duele reconocerlo.
    Por último, has dado en el clavo en eso de «encrespada», pues no sabes el dolor, casi físico, que me ha costado parir este texto.
    Gracias Jonás, y ni se te ocurra envainarte el artículo. Un abrazo

  12. jonasfleon

    Tu artículo, María José, me produce tres sensaciones:

        La primera un poco de fastidio, porque tenía algo escrito sobre el tema, por supuesto, en el sentido contrario al tuyo. O sea, diciendo que la guerra, como la muerte y los impuestos, que decía Franklin, es un mal a veces inevitable. Y precisamente también citaba a Celaya y su «La poesía es un arma cargada de futuro» para decir que, lamentablemente, cuando a la poesía la pones al lado de las ametralladoras, es un arma con bastante poco futuro. Pero, claro, al lado del tuyo, mis palabras  me parecen toscas y áridas como la corteza de Castilla. Así que me envaino el artículo. Hala.
        La segunda es alivio. Como hace algunas semanas que estoy de acuerdo con casi todas las decisiones que toma este Gobierno me estaba empezando a preocupar. ¿Me estaré volviendo un hombre de progreso? Me has ayudado a comprobar que no 😉 . Sigo siendo un carcamal reaccionario.
        La tercera es, por supuesto, admiración. El otro día me decía alguien que yo estaba hecho un poeta, y yo le respondía que algunos, aunque escribamos a veces en verso, no conseguimos acercarnos a la poesía. En cambio a otros la poesía os mana a borbotones aun en la prosa. Y a ti te mana, no a borbotones, sino en riadas torrenciales y encrespadas. Un saludo.

  13. ana

    La unión hace la fuerza; y con ayuda de tus palabras,remaremos juntos. Que nunca se apague el color de la esperanza. Que garande eres Mª Jose.

  14. Pepa

    ¡Qué rápido has sido, hijo! Me alegra de que hayas sido de los primeros en leerlo. Besos

  15. juli

    Menos mal que con los rifles no se matan las palabras…..

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