
Diciembre de silencio
Hasta esta playa de espuma y caracolas, a la que me retiré del mundanal ruido, llegan los ecos de las palabras de pregonero y oferente. Han bañado lentas mis pies y llegaron envueltas en los sones de un solitario tamborilero recorriendo las viejas calles de Torrejoncillo, mi pueblo amado. ¡Seamos luz y testigos del acontecer de cada día! ¡Vayamos del alborozo al silencio! ¡Vayamos de la pena al gozo de existir en las cosas invisibles de la vida, esas que duermen en la vuelta de los bolsillos, como pequeñas miguitas de esperanza! Seamos uno mismo y, a través del...
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