Poesías a María, por Pilar Canalo

La Encamisá ya está cerca. Todo está preparado para que María Inmaculada sea recibida abiertamente por un pueblo que le añora y que le quiere. Muchos viviremos estos actos a pie de calle, pero también hay personas que, por circustancias de la vida, disfrutarán de estos momentos desde la distancia. Nuestros paisanos afincados a cientos de kilómetros de aquí bien saben de lo que hablo. Pero ninguno de ellos olvida de dónde vino. María del Pilar Canalo nos da fe de ello. Desde el norte de la Península Ibérica ha escrito unos versos dedicados a nuestra Virgen María y que desea compartir con todos a través de Torrejoncillo Todo Noticias con motivo de estas fiestas tan emotivas.

POESÍA I

Ave María, hermoso nombre para mis mortales labios,
evoca en mi memoria recuerdos ensilados de tantos años;
de niña te dejé sin darme cuenta,
perdida la inocencia a ti regreso, en mis sienes ya nieva.

Siempre me embarga la emoción cuando a ti vuelvo.
En la vida, no he podido soslayar las tristezas,
mas reconozco tus manos en las mías
con ese aura indeleble que las fija en la pupila errante, mi pupila.

Buscando ese refugio de amor puro y preñado silencio
¡Ave María¡ siempre te encuentro,
con la frescura de una rosa en diciembre,
con los brazos abiertos y, me acurruco como un niño al calor de tu seno,
y me pierdo, en la paz inmensa de tu rostro sereno.

Divina imagen, perdón y amparo;
con tu manto arropas los llantos de este mundo,
sus miserias y, cuando la sombra nos alcanza y se vuelve una noche;
una sola sin estrellas ni luna, eres mano, asidero, faro en la niebla.

¡Ave María¡ madre y espiga de nuestras almas,
agua y aurora, paloma blanca, esencia pura,
bendice al pueblo que te acompaña,
que alcen sus manos y broten ¡vivas¡ de sus gargantas.
Desde el recuerdo siempre y la nostalgia,
digo:- ¡viva la virgen Inmaculada¡.

POESÍA II.

Dejad que la noche llegue a las puertas de la iglesia;
a las diez en punto sale un estandarte ondeando
con una virgen bordada y un manojito de estrellas.
Canciones se van unciendo, atruenan las escopetas;
el mayordomo ya aguarda nervioso tan bella prenda.

Entre una nube de pólvora avanza lenta María,
con el clamor de su gente, con lágrimas y alegría;
es tanta la devoción que este pueblo le prodiga.

El cura entrega el presente,
se emociona el mayordomo,
al recibir en sus manos
la tradición y la fe de los torrejoncillanos,
y recorrerá las calles como antes otros hicieron,
a la grupa de un caballo.

Ellos son los herederos de aquellos encamisados,
los que llevan los faroles y van vestidos de blanco,
los que van tirando ¡vivas¡ hasta quedar sin aliento,
hasta que duelen las manos.

Ellos son los que dan nombre
a esta procesión sin par
que anida en los corazones,
donde la virgen es Reina, Patrona y Dama esa noche,
donde su gente recuerda, en silencio las ausencias,
y lloran y rezan al paso,
de laInmaculada madre
y su estandarte sagrado.