
La vida en sepia
No necesito abrir ningún álbum para darme cuenta de que la vida, tarde o temprano, termina por ser una sucesión de instantáneas teñidas de sepia que, dicen, es un color elegante si a alguien le sirve de consuelo. A mí no, desde luego. Hubo un tiempo en que esto ni me lo planteaba; como también hubo un tiempo en que me daban lo mismo los movimientos de rotación y traslación…si la luna era el satélite de la tierra o si era la tierra la que le bailaba el agua a la luna girando en torno a ella, a ver si se le pegaba algo de mágico y, a los terrícolas, nos daba por poner los cimientos de un mundo más justo y más amable. En aquel tiempo, la luna era una dama transparente que paseaba la noche agarrada a las barandas invisibles del cielo. Por otro lado, en aquel lejano tiempo, a mí me bastaba con la explicación que me daba mi abuela que, a mis pocos años, era la más sabia de las astrólogas o de las astrónomas, que nunca lo he tenido muy claro. _Abuela, ¿Por qué el sol sale y se pone todos los días? Aquella sabia mujer, no me dijo que Helios conducía todos los días su carro de cuatro caballos a través de los cielos para pasear al...
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