
¡Yo también quiero hacer un curso en el SEXPE!, si es remunerado, claro
A pesar de que aún no doy el perfil de abuelo cebolleta, uno se obliga a convenir una visión con perspectiva en el tiempo para, en muchas ocasiones, poner en verdadero valor el inmenso avance que se ha producido en esta sociedad en cuanto a la igualdad de oportunidades. Unas veces por las historias escuchadas y otras, por tener constancia de ello, queda claro que antaño el acceso a los estudios superiores recaía mayoritariamente en la “gente con posibles”, que diría un castizo, sin discriminar necesariamente en cuanto a la capacidad mayor o menor de éstos. Los años de Democracia han traído, además de derechos, que ya veremos si somos capaces de conservar, igualdad de oportunidades que han aflorado, y de qué manera, pues ahora no resulta tan extraño ver como el hijo/a del currito de turno se ha convertido en un afamado médico, o en un perspicaz abogado, o incluso en un brillante ingeniero. Parece ser, por tanto, que la cuestión no pasaba por las capacidades de los sujetos, sino por el repugnante ideario clasista y cavernario que relacionaba el capital con la inteligencia, y que probablemente provocó la pérdida de más de un/a brillante alumno/a. Sin embargo, y ante la creencia de que no existe la sociedad perfecta, han surgido en ésta otras actitudes no menos deplorables. Todos, o al menos yo, pensamos que la posibilidad de...
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