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La virtud está en el punto medio entre dos extremos viciosos

La virtud está en el punto medio entre dos extremos viciosos
Breve análisis sobre la delicada situación por la que atraviesan algunas especies de peces en las aguas del entorno de Torrejoncillo.
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«El pez grande se come al pez chico». Grabado de Pieter Brueghel el Viejo, pintor de origen flamenco (1525-1569)

Como aficionado y practicante del deporte de la pesca deportiva me remuerde la conciencia cada vez que me llega el rumor de la introducción de una nueva variedad de peces en Extremadura, y por proximidad, en la cuenca del río Tajo.

Desconozco si se ha estudiado y tenido en cuenta el impacto que ese extraño puede causar en la citada masa de agua dulce, pero la experiencia me lleva a pensar que será una dura prueba para las sufridas especies autóctonas. Introducir un pez nuevo en un río o embalse significa romper el equilibrio existente entre los seres que lo habitan y/o el hábitat en que éstos se mueven. Si es un depredador, porque dará caza y se alimentará de ellos y si se trata de un pez “cebo”, entrará en fiera competencia con los nativos por los alimentos y el espacio.

Por otra parte, es muy difícil marcar límites o poner barreras a los nuevos inquilinos una vez sueltos. Lo más probable es que, si consiguen adaptarse al medio, se expandan a través del río principal, afluentes y subafluentes, pantanos y charcas, por iniciativa propia, con la ayuda voluntaria o involuntaria de los humanos o fortuitamente, por medio de la diversidad de animales que frecuentan el agua.

En la actualidad, el peldaño superior de la fauna piscícola en la cuenca del Tajo lo ocupan los depredadores, peces que se alimentan de otros peces, entre otras cosas. Están dotados de buena vista, grandes bocas, dientes afilados, y cuerpos y aletas preparados para el asalto. Son agresivos, voraces, de medio o gran tamaño, oscilan entre los 4 kg de peso y 35 cm. de longitud del black-bass y los 200 kg y 2,5 m. que puede superar el siluro, quien para subsistir necesita más de un kg. diario de comida, no importa que sean peces, aves, anfibios y todo lo que se ponga a su alcance, incluida la carroña. En medio se sitúan el lucioperca y el lucio, peces con velocidad de vértigo y mordisco mortal, el primero en expansión y el segundo más estabilizado y controlado. Todos importados de otros países pero muy apreciados por la mayoría de pescadores por lo combativos que son o el tamaño de las capturas. Hasta ahora no están presentes en todas las aguas, aunque si siguen el ritmo que llevan no tardarán en hacerlo.

Para alimentar a tanto depredador se han traído, es decir, son importados también, las llamadas especies “cebo”, que comparten y disputan con los de aquí el peldaño inferior de la pirámide de población piscícola. Se trata de peces que se reproducen fácil y abundantemente con el fin de servir de alimento a los más voraces. Son de tamaño pequeño o medio, soportan bien la falta de oxígeno y las temperaturas extremas, se adaptan a todo tipo de aguas y son omnívoros en su alimentación. Algunos, como el perca sol y el alburno tienen hábitos diurnos, otros en cambio, se mueven durante la noche, como el pez gato y por último, el cangrejo rojo, que evidentemente no es un pez, pero cumple perfectamente las características que aquí se dan sobre las especies “cebo”, siendo el principal soporte alimenticio de la mayor parte de los peces en la actualidad, incluidos los nativos.

Sin embargo, todos ellos tienen como contrapartida su facilidad para multiplicarse, convirtiéndose en plagas en los lugares donde escasean los depredadores o no existen y por otra parte se comen la hueva de los demás, mientras cuidan la suya con esmero. Frente a los invasores, las especies autóctonas no están dotadas de medios para soportar el acoso y persecución de los depredadores, la naturaleza no los ha provisto de mecanismos de defensa o ataque efectivos, tampoco se preocupan de vigilar los millones de huevos que dejan abandonados a su suerte en el fondo o adosan a la vegetación porque antes nadie se los comía y no creo que tengan tiempo de evolucionar y adaptarse a las nuevas circunstancias.

Por todo ello, las especies autóctonas se encuentran en franca regresión, están en peligro de extinción o han desaparecido. Ya no hay anguilas porque no pueden remontar las barreras que constituyen los embalses de Cedillo, Alcántara, Torrejón, Valdecañas… Han disminuido los barbos comunes y en los últimos años son escasísimas las capturas de barbo comizo, que es exclusivo de la cuenca del Tajo. La boga acusa la contaminación y la disminución del oxígeno en el agua. Todavía se aprecia su vivacidad en los tramos altos de los afluentes con corriente o en las limpias y transparentes aguas de algunos pantanos, como el de Gabriel y Galán en el Alagón y, a menor escala y contra todo pronóstico, en la presa de Pedroso. El bordallo, también llamado cacho o cachuelo, que daba vida a las orillas de los ríos Alagón, Tiétar y sus afluentes, ha descendido de forma alarmante. La pardilla y el calandino (conocido como jaramugo en esta zona) han quedado reducidos a tramos muy concretos de ríos con aguas limpias y pequeñas presas de abastecimiento y charcas. Y por último, la colmilleja, tan abundante en el Alagón y en la rivera de Fresnedosa antes de hacer la presa de Portaje, está a punto de desaparecer si no hacemos algo para evitarlo.

Para reponer y compensar la pérdida o escasez de estas especies autóctonas, la Junta de Extremadura, a través de la Agencia de Medio Ambiente, suministra a las Sociedades de Pescadores federadas una cantidad de peces en consonancia con el número de licencias federativas adquiridas por cada Sociedad y que proceden de piscifactorías. Las repoblaciones se hacen con alevines de tenca, carpa y en los cursos altos de los ríos de montaña, truchas.

La tenca es bien conocida en toda la zona, se trata de un ser tímido, huidizo, pero muy apreciado por los pescadores por la delicadeza de su sabor.
La carpa, dura y resistente, es el pez de batalla por excelencia. La trajeron los romanos hace más de dos mil años de Asia occidental y todavía aparece como foránea. En mi opinión, a estas alturas, ya se ha ganado a pulso el título de autóctona. Hay otro pez, que en las repoblaciones se camufla y mezcla con los alevines de carpa por su parecido, es el carpín, variedad en progreso que se mueve en grupo y también se reproduce con facilidad.

Con la introducción de todas estas variedades de peces, los humanos estamos alterando de forma brusca la armonía que existe en el ecosistema de agua dulce desde hace miles de años. Ahora las consecuencias son predecibles, el equilibrio se está rompiendo por su punto más débil y del catálogo actual de especies, algunas sólo van a quedar en el recuerdo.

(Joaquín Alviz)

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Joaquín Alviz recoge uno de los premios otorgados por la Sociedad de Pescadores «Los Encinares» de Torrejoncillo.

 

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