
Getsemaní
«Hay pocos lugares donde uno pueda sentir tanta paz. Vayan estas reflexiones, que escribí tras la enésima visita al Cementerio Alemán de Yuste, por todos aquellos muertos que aún no han encontrado un lugar tan hermoso como éste para descansar, muertos a los que muchos llevamos en la memoria». Duerme el tiempo de junio en las alas replegadas de una libélula. Hay lugares en los que una se sienta sencillamente a esperar, mientras vela el sueño de los que ya no despiertan. Los nombres duermen guardados entre los poros de la piedra. Los bancos sirven para esperar…para pensar que la tierra no es sólo un depósito de huesos, para pensar que la tierra guarda memoria de la historia viva de esos huesos. La calma de la mañana y de este lugar que parece no ser de este mundo, me invita a cerrar los ojos. Aspiro con avidez el perfume de la hierba salpicada de gotas de rocío. Es temprano y pienso que Junio, antes de emprender el regreso a casa, ha querido regalarme una hermosa mañana de domingo. ¡Cuánta paz hay en este lugar! Me llega una letanía de abejas y la urgencia de los mirlos buscando algún fruto que llevarse al pico. Contemplo la tierra sembrada de cruces, simétricas, idénticas. Duras cruces de granito que encierran tristes historias de guerras…sin embargo, yo no conozco paz como la de...
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