
El desafío de los cigarrillos electrónicos

Con motivo de la Semana sin Humo, desde la Comité de Salud Comunitaria de Torrejoncillo se plantea la siguiente reflexión:
El e-cig es un dispositivo con forma de cigarrillo convencional que libera dosis variables de vapores de nicotina a través de calentamiento electrónico. Se activa por inhalación, sin haber combustión, por lo que no produce humo. Además contiene propilenglicol que es irritante pulmonar, también tiene glicerina responsables de neumonías. Puede contener nitrosaminas y metales pesados que se relacionan con enfermedades graves.
Actualmente no se dispone de evidencia científica de que sea un dispositivo eficaz para dejar de fumar.
Puede promover el inicio del consumo en adolescentes o mantener el consumo de nicotina en fumadores adultos.
No se conoce bien la toxicidad de los vapores, pero se sabe que no son inofensivos, por lo que no deberían utilizarse en espacios públicos cerrados.
Comenzó su consumo en 2008 en EEUU y desde entonces se ha incrementado de forma alarmante, las ventas llegaron a 2.000 millones de dólares en 2013. En España hay 3.000 comercios especializados en e-cig.
El daño de estos cigarros se debe a su composición. La nicotina es extremadamente adictiva y toxica, aumentando el riesgo de infarto de miocardio, arritmia y accidente cerebrovascular. Los otros compuestos son causa de canceres, bronquitis crónicas y asma infantil.
Los aromatizantes de estos cigarros suponen un atractivo para captar a los adolescentes, que se añade a la falsa imagen de seguridad de los e-cig.
La OMS así como otras sociedades científicas de la salud no los recomienda. Aunque el riesgo de su consumo es menor que el de cigarrillos, no está determinada su eficacia en el abandono del tabaco, mantiene la adicción a la nicotina y al gesto de fumar y su publicidad y promoción es un peligro para nuestros jóvenes. Hay un alarmante incremento de jóvenes que consumen e-cig.
En lugares cerrados el vapor contiene nicotina y otros tóxicos que perjudican a los demás.
¿Qué propuestas o medidas son necesarias para frenar este consumo que genera mucho sufrimiento a nuestra sociedad? Podemos decir que establecer impuestos, ahora son más baratos que los cigarrillos, prohibir totalmente su publicidad y el consumo en lugares públicos cerrados, evitando modelos sociales y daños a terceras personas; también se necesitan estudios para mejorar la calidad y seguridad.
Las compañías tabaqueras ahora les interesan los e-cig y con el enorme poder económico que tienen los promocionan para “ponerlos de moda”.
Estamos ante una “falsa solución”, que necesita regulación y no olvidar que nuestro objetivo de salud es romper la adicción a la nicotina y evitar que los adolescentes se inicien en el consumo.
Mª José Baquero Mayo 2014