La generación perdida
Con decepción veo cómo el gobierno finalmente toca la educación y recorta en ella. Habrá muchos menos docentes preparando y formando al futuro del país; sin embargo, siguen “regalando” ordenadores, dando becas para irse a practicar idiomas, sacando cursos (a veces inservibles) para docentes; etc. Ahí no se recorta, es mejor eso que tener aulas menos masificadas, donde con suerte cada alumno podrá, en el mejor de los casos, decir una frase en inglés en toda la hora. Eso cuando el profesor logre acallar el murmullo de 36 adolescentes en el aula.
Por otro lado, se recortará en becas, con lo cual, es probable que muchas mentes brillantes se queden sin poder cursar estudios porque sus padres, probablemente en paro, no puedan permitírselo. A ello hay que sumar que las tasas universitarias aumentarán en torno a unos 500 € más por matrícula. Además, los alumnos deberán pagar por su matrícula tanto para cursar bachillerato como un ciclo formativo. Teniendo en cuenta la situación actual de muchas familias, se está fomentando la llamada generación NINI; pero en este caso, esos jóvenes no podrán ni estudiar, ni trabajar; porque no tendrán acceso a ninguna de las dos cosas.
Lo paradójico de esta situación es que los recortes sólo se aplican al sector público, y los colegios concertados no sufrirán estos recortes; porque según afirma el ministro de educación, J.I. Wert: “debemos tener libertad para elegir el colegio en que nuestros hijos van a formarse.” Todo apunta a que la educación se terminará convirtiendo en un privilegio para los ricos, como ocurría hace 50 años.
Pienso en personas que como yo, terminan la universidad y tras pasar varios años encerrados labrándose un futuro, deben emigrar a otros países por falta de trabajo. Estamos perdiendo una generación de jóvenes emprendedores, que reciben formación aquí y deben irse a Alemania, Suecia o Estados Unidos para demostrar su valía.