Esta boca es mía…y de Julia.

Dicen que la música amansa a las fieras. Debo confesar que aquella tarde, algo de fierecilla indomable tenía Julita. Y le dije, relax, Julia, un poquito de relax no te vendría nada mal. Y no se me ocurrió otra cosa que ponerle a Sabina:

“Sal ahí, a defender el pan y la alegría;

y sal ahí para que sepan

que esta boca es mía”.

-Me hablas de relax y me pones esto… La cancioncita se lo puso a huevo para comenzar por enésima vez con un discurso que ya me sabía de memoria, porque era el único que le conocía últimamente : que estaba harta de que los políticos no llamaran al pan, pan y al vino lo llamaran vino; de que digan digo cuando en realidad lo que quieren es  decir diego…que por encima de su cadáver nadie osaría robarle el placer de decir palabras como libertad, quiero volar, me gustan mis alas, soy una utópica y qué…y que nadie se escandalice si me place ser como un tal Frederick, ratón para más señas, y me da por llenar mi granero de versos e historias para cuando sienta hambre en el alma, que últimamente me pasa mucho…

-Pero no me hables de relax, prosiguió, que ya no me fío ni de mi sombra. Estoy harta de ver a gente harta de que le impongan en nombre de la crisis sacrosanta lo que tiene que hacer, harta del discurso sumiso del ajoyagua…¿acaso no es esto para llorar y no parar? ¿Y me dices que me relaje?…

¡Pobre Julita!, la notaba tan embarullada, que intenté explicarle que parece ser que Dios escribe en renglones torcidos para que los hombres, que se nos supone inteligentes, los interpretemos derecho y leamos entre líneas, si las hubiera. –

¡No me digas más!, me espetó. Esa es la misma manía que tiene el Ministro José Ignacio, que escribe torcido para hacernos la puñeta a todos los que hemos luchado por conseguir una educación pública de calidad y al alcance de todos, ya desde aquella escuela de Dauseda…que no sé si recuerdas. Y lo único que saco en claro, interpretando sus torcidos renglones, a base de imposiciones, es que el futuro de tus hijos, por ejemplo, camina hacia un naufragio cierto. Así es que no me digas que me relaje que la cosa no está para tumbarse a la bartola, y seguir escuchando indolentes, el cuento de la presta tijera que forma parte imprescindible del kit de perfecto ministro, amén de abnegado dirigente, que no propone, sino que impone. Se nos llena la boca hablando de valores, cuando son esas tijeras quienes se los están cargando. Es imposible sentirse libre y digno cuando cada día que amanece, vemos cada vez más mutilados nuestros derechos sociales, que no interesa la cultura, ni que la educación esté al alcance de todos y sirva para formar personas libres y felices, porque vuelven peligrosa a la gente…

¡Miedo me da que el día menos pensado recomendemos a nuestros alumnos aquellas historias tan insulsas de Antoñita la Fantástica y dejarnos en paz de literatura peligrosa, de esa que activa las mentes y llena el alma de cosas que nos hacen humanos! Que me está dando miedo tanta doble velocidad, tantos pagos, copagos, repagos, rescates y/o líneas de crédito a bancos que nos han chupado hasta la sangre…, de esa técnica del Brainstorming que es la técnica que utiliza ese equipazo de Don Mariano , muchas ideas aunque sean descabelladas, para dar la sensación de que trabajan por el bien del país…en resumen, que me estoy volviendo loca…

-La miré asustada, porque la verdad es que quiero a Julita como a mí misma y me tiene preocupada: come mal, duerme poco, escribe poemas sociales… Al cabo de un rato, puso su sonrisa picarona, de activista subversiva y me confió:

_ ¿Sabes? Estoy pensando reescribir las Coplas de Manrique, a las muerte de este mundo que camina con el pie quebrado hacia la hecatombe del humanismo. Y por lo que más quieras te ruego que no vuelvas a pedirme que me relaje, porque yo, y tú deberías hacer lo mismo, he decidido aplicarme el cuento y salir al ruedo a defender el pan y la alegría, los míos y los de los que vendrán detrás…y, tranquila, que por si acaso, he pensado que no estaría de más encomendarme a Santa Bárbara, para que me rescate cuando esos que escriben en renglones torcidos, manden ciclones que mi condición de persona normal y decente no pueda sortear por sí misma.

Mª José Vergel Vega