Miserere o la farsa inmisericorde del mundo
Algunas veces vuelve la lluvia para resucitar los miedos del pasado. Regresa con ella el monstruo y tenemos frío. Zozobran los barquitos que construimos con manos temblorosas. Una y otra vez somos obligados a morder la manzana del pecado que nos arroja del paraíso. El monstruo nos mira a los ojos y terminamos por sentirnos cómplices de su juego macabro. Una babel de espanto nos envuelve y arden las naves que ni siquiera dio tiempo a cargar de esperanza. No bien hemos sido alumbrados al mundo, cuando ya se espera que emprendamos el camino que alguien trazó para...
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