De posturas y postureos

De un tiempo a esta parte, un tal Don Mariano, presidente del gobierno en funciones, para más señas, nos sorprende con frases raras y curiosas que, todo se andará, figurarán en algún devocionario del aprendiz de político mediocre o similar.

La frase sobre la que quiero llamar la atención es: «Buenas gracias y muchas tardes», que traigo a estos Cuadernos porque creo que representa muy bien el panorama circense al que asistimos, día sí día también, atónitos unos y encantados otros, en este país. Y es que no estamos a lo que estamos y se nos lengua la traba.

Vamos de pantomima en pantomima, porque resulta que entendemos mucho más de postureos que de posturas propiamente dichas. ¡Qué fácil es poner gestos y hacerse una foto guay de cara a la galería! Desde que vino la moda de los selfies todo es muy pactado, muy de mentira, muchos dientes, muchas lágrimas de cocodrilo, pero muy poca verdad.

Ya saben que una es animal político aunque, de vez en cuando, se retire a islas desiertas para huir de este mundo que nos engulle. La mañana de los juramentos, promesas y buenas intenciones de sus señorías, me da por conectarme para ver cómo arrancaba esta undécima legislatura de la democracia. Me descoloqué. De pronto no sabía si aquello era el Congreso, las gradas de un circo, la casa de tócameroque, incluso llegué a pensar que había conectado con la casa del Gran Hermano. El panorama era como para que le diera un aire al más templado: que si un bebé de mano en mano con voto nulo incluido; que si los de Compromís que van y se presentan  a ritmo de charanga; que si los de Equo habían desempolvado aquella importante mañana las bicicletas; que si es mi primera vez y no sé ni por donde ando; que si los de Esquerra se habían quedado sin sitio; que si la buena pieza de Gómez de la Serna se presenta con todita su  jeta a jurar su cargo por la santa corrupción que lo asiste; que si la poesía del “nunca un país sin su gente y sin sus pueblos”, que me parece de perlas, siempre y cuando esto lo graben a fuego para siempre jamás;  que si rastas; que si piojos; que si los hay que no ven el jabón;  que estoy tan emocionado y  se me escapan unas lagrimillas y mira que yo soy ñoña eh; que si la Villalobos casi no llega a votar vaya usted a saber el misterio… Pero si sólo faltaba la Aguirre vestida de chulapona, apostada a las puertas del Congreso, con un puestino de buñuelos y buena cazalla para empezar bien el día.

Paren el mundo que yo me bajo. En serio lo digo, aquello parecía más el primer día de cole, con perdón de los pobres niños que de postureo no saben nada de nada, que la apertura de una institución seria y sagrada, en la que ,se supone, que los que allí acuden han de velar por nuestros intereses, y esto, creo yo,  se hace trabajando, que es gerundio.

¡Qué semanita, Reina Soberana! Los de la CUP con su cruzada particular, el “bueno” de Artur Más, sacrificándose por el bien de una Catalunya libre del yugo de España. La doctrina Botín y esas ojeras que adornan a la que fuera grande de España y que a algunos les da una pena tremenda, porque dicen que su única culpa ha sido dejarse llevar por un marido pivón, y justifican sus fechorías en base al amor ciego que sentía por el susodicho;  que digo yo que esto igual en la Edad Media colaba, pero ahora…

Y por supuesto, cómo olvidar  las componendas para alcanzar el gobierno de este país zarandeado por todos, porque está claro que ni dios se salva de venderse al mismo diablo.

Llegados a este punto de pactos y zarandajas: yo no quiero que mi voto sea utilizado para componendas de tres al cuarto; con mi voto que no trapichee nadie que las tenemos. Mi voto es sagrado y si sólo ha servido para hacer oposición, pongamos por caso, pues que sirva para eso, para hacer una oposición valiente y coherente, que trabaje para nuestro bien y no para el  propio beneficio de los políticos.

Yo, Julia, desde estos cuadernos, proclamo el carácter sagrado de mi voto y no autorizo a sus señorías a que trafiquen con él para sentarse en la poltrona de la Moncloa que, visto lo visto, es lo único que les interesa a algunos, tanto a los de la casta como a los que , ya vamos descubriendo,  no son tan castos.

Vamos a dejarnos de tanto kamasutra político y dispónganse sus señorías a doblar el lomo, que esa es la postura que toca, y vamos a adecentar el patio que se nos está haciendo cada vez más tarde.

Mª José Vergel Vega