El poder de las cachiporras
“San Sebastián valeroso, vecino de la Cojona”. Así comienza el cancionero popular que por estos lares se canta llegado el mes de enero. No se trata de una de las fiestas más importantes en nuestra localidad, y pese a ello, ha conseguido mantenerse viva en el tiempo. Hablamos de la Velá de San Sebastián.
En la tarde-noche de ayer, la tradición continuaba. Caía la noche cuando me dispuse a subir a uno de los barrios más emblemáticos del pueblo. Cuentan que por allí comenzamos a forjarnos como lo que hoy somos. Pueblo de cuestas e irregulares callejuelas que nos llevan hasta dicha ermita. Y es que si quieres hacer más tradicional el paseo hasta la Velá, la Cojona aguarda tu paso. Llegas buscando el calor de la lumbre, y en pocos minutos te encuentras con el calor que te trasmite un buen vino de pitarra con el que obsequian los mayordomos. Ahora bien, hay tres elementos que describen a la perfección esta festividad: las cachiporras, el esquilón y la rosquilla. El primero de ellos, las cachiporras, son propiedad de los más pequeños. La principal función es “dar palus a la velá” y conseguir pegar el máximo de ellos seguidos. El que lo consiga será el rey del patio al día siguiente en el colegio, todo ello gracias al poder de las cachiporras. En caso de no llegar a tal estatus, siempre te queda el toque del esquilón. Aquí ya entran en escena niños y adultos, si bien es cierto que son estos primeros quienes consiguen un mayor número de toques por minutos. Una excelente forma de avisar a los vecinos de la vega de que por el cerro están de fiesta y de animarlos a unirse a ellos. Por último tenemos la rosquilla de San Sebastián, las cuáles se pueden adquirir en el interior de la ermita. Dulce típico de esta fiesta como complemento al pitarra de la tierra.
Todo ello son tradiciones del pueblo de Torrejoncillo, que pese al paso de los años aparecen inalterables, consiguiendo volver a reunir a los vecinos en torno a una lumbre y una ermita. Y ante ellas poco más queda por decir. ¡Larga vida a la Velá!