Artesanía y Torrejoncillo, unidos desde antaño
Siempre es aconsejable que las tradiciones no se pierdan y ésta ha sido siempre la máxima de todo buen artesano que faenara en cualquier pequeño taller de Torrejoncillo. Velar porque esto ocurra no es tarea fácil, aunque he de decir que por aquí, las más de las veces, aparece un progenitor que mama la artesanía familiar desde pequeño. Alfareros, zapateros, orfebres, manteros, o creadoras de pañuelos del gajo, son algunos de los artesanos que aún perviven en esta localidad de la Rivera Fresnedosa. Si bien es cierto que antaño, según cuentan los más viejos del lugar, la actividad artesanal era el eje motor de la economía de la localidad, ahora no lo es tanto. Pese a ello, lucha por mantenerse viva dentro de un mundo globalizado, para lo cual ha sido necesaria una evolución que conllevó la innovación del sector.
Para promocionar esta artesanía, el próximo sábado 9 de agosto, se celebra en los alrededores de la Iglesia de San Andrés el X Mercado Artesano. Se trata de una actividad que va adquiriendo importancia con los años, llenando la Calle Osuna de un ir y venir de viandantes que ojean y compran artesanía. A esta oferta artesanal se le une también una rica propuesta gastronómica. Productos típicos de la zona como quesos, hortalizas, etc, son invitados de excepción a esta entretenida jornada que abre las Fiestas de Agosto de la localidad.
Cuentan las lenguas antiguas que un paño de Torrejoncillo duraba la vida de un hombre, porque, recuérdenlo, “aunque en Béjar le pongan más brillo, para paños en Torrejoncillo”. O zapatos artesanales, realizados a la carta, que dieron de comer en tiempos de crisis largas. No me quiero olvidar, que entre manta y zapato, se crió un buen vino de pitarra, caldos de elevados grados los producidos en las bodegas torrejoncillanas. Y para una buena cocción, una excelente tinaja, elaborada por expertos alfareros de los que aún queda alguna saga.
Como comenté al inicio, la tradición perdura y goza de buena salud. Los zapatos ya viajan y pasean por Cibeles, mientras que los fogones de barro ayudan a cocinar al mismo Imanol Arias. Sin olvidar pañuelos del gajo, orfebrería, mantas, etc. Por todos ellos, que sirva este tipo de citas para aunar tradición y comercio, para fomentar la artesanía de la zona y darles un impulso a estas familias que luchan por mantener vivo el valor del trabajo artesanal.