Con los huevos al baño María

Los huevos hay que cocerlos en agua, naturalmente. Una tarea fácil y complicada al mismo tiempo. Es fundamental dejarlos los minutos exactos y a la temperatura correcta. Ahora bien, no es necesario ser «uncocinitas», pero sí haber tomado un primer contacto con esto de hervir, servir y así poder sobrevivir. Si nos sale bien el asunto, haremos una foto y lo tuitearemos. Y si no conseguimos algo vistoso… ¡igualmente!, lo contaremos chistosamente por otra de tantas redes sociales para conseguir unos cuántos “me gusta”. Y sí, ¡con el teléfono en la mano!

De “sobrevivir” va el asunto y ahora nos situamos a puerta gayola ante toda esta electrónica. A los nuevos tiempos, hay que ponerle nuevas tecnologías. Y a las nuevas tecnologías, nuevas destrezas para teclear en milésimas de segundo. Reconozco que con el paso de los años me he convertido en una de esas personas maniáticas de las “bes” y las “uves”, a la que le chirrían los oídos con los laísmos, meticulosa para poner los puntos sobre las “íes”, y de emplear “puntos y coma”, cuando, por qué no, poder facilitar el trabajo y dejarlo en una simple “coma”. Y verán ustedes. Me estoy dando cuenta que, o bien estoy chapada a la antigua o no me acabo de hacer a las abreviaturas que navegan por lo “normal, lógico, higiénico y deseable”.

¡Lo tengo! Por lo que parece en la Red, todo vale, ¿verdad? Particularmente yo necesitaría un tratado de las buenas maneras derivadas de la tecnología, porque lo que se dice en hábitos lingüísticos, parece que las Redes ya las tiramos al mar. Y además lo consideramos lo más normal del mundo.

Si nos fijamos a nuestro alrededor, nuestra vida está llena de reglas que nos hablan de lo políticamente correcto y de la escritura ideal. Aunque unas con más centímetros que otras, claro. ¡Será por reglas! Hay que coger al toro por los cuernos, y dejar de veroniquear los nuevos aparatos “ortopédicos”. ¡Dejemos reservadas localidades en el tendido a las diéresis, guiones, tildes y comillas! Y siempre resguardados en la barrera con nuestra amiga “la Rae”, ¡por favor!

Concluimos. Huevos más o menos cocidos y, si no, los hacemos revuelto. Yo les confieso que me decanto por los fritos. Pero, una pregunta, ¿güevos o huevos?

¡Señores, que escribir bien es gratis, sin cuota de abono!

Gloria Gil Talavero