Autor: Redacción

18 de julio de 2007 Gracias a esta bendita democracia de la que disfrutamos no nos vemos en la obligación de seguir celebrando religiosamente y sin rechistar el 18 de Julio. En mi memoria más remota quedan algunos dieciochos de Julio. Hablo, claro está_ porque tampoco una es tan mayor_, de los últimos del franquismo. En mi familia, como en otras muchas que padecían el Régimen, el 18 de Julio se celebraba por imperativo legal; pues quien más, quién menos, sabe lo que les pasaba a los contraventores: “Que queda terminantemente prohibida toda clase de trabajo, el día 18 de Julio actual, en todas las actividades laborales, tanto industrial como agrícola…Los contraventores , serán propuestos para sanción al Excelentísimo Gobernador Civil de la Provincia” (Bando del Sr. Alcalde de Torrejoncillo con fecha 15 Julio de 1961) Así pues, para evitar proposiciones tan deshonestas y peligrosas, en mi familia se celebraba el que el Régimen instituyó como el gran día de la “Exaltación del Trabajo”. No tengo conciencia de haber asistido a los actos oficiales: recepción en el Ayuntamiento por todo lo alto y cada cual vestido con las mayores galas; Santa Misa a la que asistían autoridades y público en general, aunque éste último no tenía asignado un sitio privilegiado como los primeros. Después de la misa había un vino de honor en el Ayuntamiento, y como el Régimen...