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Cazador de Luz

A Juan Carlos Herrero, «Cazador de Luz».

Gracias por tantos instantes de belleza.

Os contaré cuanto sé de aquel al que llaman por estas tierras “Cazador de Luz”.

Su aspecto es el de un hombre sereno, de sonrisa apacible y andar pausado. Te habla del tiempo, de lo hermoso que está el campo…en sus ojos, un tanto tristes, se refleja la naturaleza.

El silencio es su aliado, porque sabe que ha de escuchar aquello que anhela ser captado por el objetivo.

Siempre le enseñaron que el buen cazador ha de actuar con mimo, sigilosamente. El Cazador de Luz sabe que los preliminares son tan importantes como llegar al goce total en que el cazador y lo cazado son uno, entran en comunión.

El Cazador de Luz es capaz de llegar al alma de las cosas.

Os diré que aquel al que llaman “Cazador de Luz” vive en el fondo sin fondo de mi caja de galletas. Lo veréis rodeado de muchas de sus criaturas, aquellas que no pudieron resistir su hechizo. Dicen los lugareños que  cuando una de esas criaturas es mirada por el Cazador de Luz, vive en él y él en ella para siempre.

Él sabe de la vida nómada y circular de las hormigas, sabe de mariposas vestidas de novia posando para él sobre coquetas flores amarillas, y de saltamontes rojos de tiesas antenas divisando los sembrados sobre la atalaya de una frágil ramita. Nos descubre a nosotros, simples mortales, la belleza de la zorra vagando por la dehesa, a cuestas con su mala prensa a base de tantas fábulas en las que se le tacha de taimada y ladina.

El Cazador de Luz es un hombre tranquilo, y nadie como él conoce la vida secreta de los pájaros. Sólo él sabe por qué hay garzas de  mirada perdida, por qué los somormujos son aves insolentes, por qué hay ciertas garcillas que soportan sobre sus patas todo el peso de los siglos;  por qué las cogujadas, tan despeinadas ellas, ríen cuando se llevan al pico alguna delicatesen con forma de gusano. Y nos descubre que  hay patos-narcisos, enamorados de su reflejo, que funden su corazón con el agua.

 El agua y la piedra son una a los ojos del Cazador de Luz. Nadie como él sabe del frío incrustado en los esqueletos del bosque, en cuyos huesos se esfumó la esperanza de una  nueva primavera.

El tiempo , en blanco y negro, se detiene sobre la Aceña del Tío Amancio, en las gargantas de aguas efervescentes, en  cascadas tocadas por el azul helado del invierno; en la tierra sembrada de hojas muertas.

El Cazador de Luz sabe que en cualquier momento duendes y hadas pueden acudir a su reclamo, se adivinan detrás de las gotas de agua prendidas ya para siempre  en los pétalos de esa margarita del te quiero me quieres…en el sol que se va por los barruecos y pone en la tarde hilos rojos, negros y amarillos.

Y cuando el sol se marcha, irremediablemente, las manos del Cazador de Luz se detienen junto a las manos del alfarero, manos de barro empeñadas en dar vida al odre en el que cabe el mundo todo: la tinaja…sólo entonces, los ojos del Cazador de Luz se van adormeciendo…

 En sus sueños,  un hombre lleva en brazos a una mujer exhausta, piedad anónima que arrastra la marea. A lo lejos, el mar engulle los restos de una embarcación a la deriva.

Atardece en Trafalgar…sabed que algunas veces el mar se cansa de rugir y duerme… y aquel al que llaman por estos pagos Cazador de Luz, constata que el faro no guarda por igual los sueños de todos los marineros.

Mª José Vergel Vega

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2 Comments

  1. JUAN cARLOS

    muchas gracias Maria Jose,la verdad es que me siento muy a gusto con todos vosotros y siempre me he sentido bien acogido y eso tambien es de agradecer,me has quedado sin palabras eres una maquina escribiendo muchas muchas gracias

     

  2. un animoso

    Carlos: preciosa tu exposición, también me gustaría destacar de ti ,lo bien que has sabido integrarte en el pueblo, tanto en tu trabajo, como personalmente, eres un ejemplo a seguir de los trabajadores que su trabajo esta en Torrejoncillo ,y les da igual el pueblo, creo que eres muy sensible a todo esto y lo demuestras  compartiendo con nosotros actividades que se organizan del pueblo, por eso,  yo casi siempre  echo gasolina en tu gasolinera. Gracias,Mª Jose como siempre eres capaz de pasar al papel lo que vemos y lo que sentimos.Un abrazo