Costillas de Adán

«Soy la mujer que piensa.
Algún día mis ojos encenderán luciérnagas» (G: Belli)

Muchos siglos han pasado desde que aquella Lisístrata  de Aristófanes(V a. C) se puso, y puso, a las mujeres en huelga de sexo para que los hombres abandonaran la guerra. O desde que aquella Hipatia de Alejandría (IV-V d.C) fuera asesinada por defender su derecho a dedicarse libremente a la investigación científica, convirtiéndose así en icono de la libertad de pensamiento y de la autonomía personal de la mujer.

Han sido muchas las mujeres que han luchado por desterrar ese pensamiento peligroso, que aún pulula por muchos cerebros casposos, de que  la mujer es el “ángel del hogar”, y  que, consciente o inconscientemente, han bregado por olvidar el daño que nos hizo el Dios Todopoderoso, al crearnos de una costilla del hombre.

No voy a hacer ahora una lista con la cantidad de mujeres que han luchado, cada una en el tiempo que les tocó vivir, a favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida social, cultural, política y económica.

Y todo para que venga esta señora y diga las barbaridades que dice. Con amigas así, no nos hacen falta enemigas y lo poco que creíamos haber adelantado en siglos, viene ella, Doña Mónica de Oriol e Icaza, de rancio abolengo, Presidenta del Círculo de Empresarios, y lo deja todo hecho unos zorros  con unas declaraciones deplorables.

La buena señora recomienda no contratar a mujeres que corran el riesgo de quedarse embarazadas, porque son un marrón de cuidado para las empresas, que a lo que están es a ganar dinero por encima de que las mujeres se realicen siendo madres. Quien quiera  experimentar el regalo de la maternidad, que se quede en casa con la pata quebrada y, una vez dado a luz el fruto de su vientre,  si tiene la suerte de tener al lado un compañero al que le gusten los niños y ejercer de padre, funcionario del Estado con tiempo libre, pongo por caso, entonces que vuelva al trabajo si tiene la suerte de encontrarlo.

¿Es así cómo se concilia la vida familiar y la laboral? Parece mentira que usted diga estas cosas con seis hijos seis que ha traído al mundo. ¡Acabáramos, que usted tenía chacha que se los cuidaba! Pero, digo yo. que mientras usted  trabajaba  sacando adelante sus importantes empresas se quedaría embarazada; aunque claro, como usted era la Jefa, pues para su persona no regían estas normas que tan poco dignifican.

Ha dicho usted tantas cosas indignantes, que tengo que pellizcarme para comprobar que han salido de la boca de una mujer. Claro que a usted no le tiemblan los labios a la hora de lanzar abominaciones, como que hay que rebajar el salario mínimo a las personas sin formación, y una frase que la ha hecho a usted conocida en los mentideros: “Dar a gente desigual un trato desigual”, que no es campaña publicitaria de cierta marca , sino  un puñal directo al corazón de la gente sencilla, que busca un empleo digno porque sus hijos tienen que comer y que vestirse  y que ir a la escuela, y que tienen que conformarse con trabajos precarios gracias a gente como usted que lo ponen todo tan fácil.

Así no vamos a ninguna parte y cada vez que pronuncio la palabra “igualdad”, algo se me rompe por dentro. ¿Nos hemos preguntado, seamos hombres o mujeres, qué hacemos para caminar hacia la igualdad real?

Creo que es necesario hacer un examen de conciencia porque ni los unos ni las otras lo estamos haciendo bien. Yo entono el mea culpa desde el momento en que dejo, verbigracia, hecha la cena si tengo que salir, no a divertirme, sino a alguna de esas reuniones que llenan nuestras vidas.

Siento decir esto, pero somos machistas por la gracia de Dios y de cuando en vez hacemos el paripé, algún acto puntual, en el que volcamos todo nuestro entusiasmo, pero que se desinfla una vez ha sonado el último aplauso.

Nos toca seguir luchando, no nos queda otra, por acallar voces como la de esta señora, tan laureada como empresaria pero a la que le queda un poco grande la condición de mujer, según se desprende de lo que declara.

Seguiremos caminando hacia Utopía, porque aunque muchos digan lo contrario, es necesario seguir siendo utópicos para conseguir aquello que se ansía. Aquel que no se considere utópico, está muerto o, por mejor decir, es su capacidad de lucha, su compromiso, quienes están muertos. Utopía es entusiasmo, es pensar en positivo y confiar en un futuro luminoso, en el que hombres y mujeres nos sintamos parte de un todo  más grande. Porque somos Ying y Yang, masculino y femenino. Somos parte de un ser holístico que ojalá destierre por siempre ese dicho de que las mujeres somos de Venus y los hombres de Marte. Es verdad que quizá por educación tengamos más de uno que de otro; pero, ni las mujeres debemos desechar nuestra parte masculina ni los hombres la femenina.

Señora de Oriol, ¿sabe lo que decía Simone de Beauvoir? : “No se nace mujer, se llega a serlo”

Reflexione usted sobre la frase y pida perdón a todas y cada una de las mujeres a las que ha ofendido. Tenemos derecho a ser madres y trabajadoras, y todo en un pack. Tenemos derecho a que empresarias como usted nos faciliten el poder conciliar trabajo y maternidad. Y sepa usted, querida señora, que a estas alturas de la película, las hay que no nos creemos ese cuento, perdido en el génesis de los tiempos,  de las  costillitas de Adán.

Mª José Vergel Vega