
Los años bisiestos no son cada cuatro años

Desde el principio de los tiempos el ser humano ha sentido la necesidad de entender, medir… incluso dominar el tiempo. Creo firmemente que del último de los infinitivos debemos desistir, “el tiempo pasa inexorablemente sin detenerse ante nada, ni nadie”; por eso nos centraremos en los primeros, en intentar entender cómo se ha medido el tiempo a lo largo de la historia, concretamente los años, que tiene miga.
Para ello necesitamos conocer algunos conceptos como el de año solar, que es el tiempo que transcurre entre dos pasos sucesivos del Sol por el primer punto de Aries. Su duración es de 365,2422 días] (365 días 5 h 48 m 46.08 s) y es el que tomaremos como referencia.
Esta duración es la culpable de la existencia de los años bisiestos como ajuste de nuestro calendario al año solar.
Se definen los años bisiestos como aquellos que son múltiplos de 4, salvo que sea año secular —último de cada siglo, terminado en «00»—, en cuyo caso también ha de ser divisible entre 400.
Vamos a explicarlo un poquito mejor.
Si un año es múltiplo de cuatro y no acaba en “00” es bisiesto. Si un año es secular, es decir, termina en “00”, para que sea bisiesto, además tiene que ser múltiplo de 400.
Para que quede claro, pongamos como siempre algunos ejemplos:
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1800 es secular, termina en “00” pero como no es divisible (resto 0) por 400, no es bisiesto.
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2000 termina en “00”, es secular, como es divisible por 400 entonces es bisiesto.
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2024 es múltiplo de 4 y no termina en “00”, es bisiesto.
Por lo tanto cada 400 años hay 303 años normales, de 365 días y 97 bisiestos, de 366 días.
Vamos a comprobar que es un ajuste muy cercano al año solar.
400 años solares = 400 x 365,2422 días = 146.096,88 días.
400 años de nuestro calendario = 303 x 365 días + 97 x 366 = 146.097 días.
De esta manera y ya no os echo más cuentas, el desfase de nuestro calendario actual con el calendario solar se reduce a 26,9 segundos anuales. No está nada mal.
Pero cómo se llegó a esto, ¿creéis que hay algún listillo matemático por medio? Qué asco…
La primera mención de un año bisiesto, no con este nombre todavía, la encontramos en el antiguo Egipto, concretamente data de 238 a.C. con el hallazgo de La Estela de Tanis, una losa de piedra caliza de más de dos metros de altura y cerca de un metro de ancho. En ella aparece la inscripción que registra un decreto del faraón Ptolomeo III y hace referencia a la añadidura de un día más al calendario cada ciertos años.
Tendremos que esperar hasta el año 49 a. C., cuando Julio César llegó a Egipto. Entre otras cosas, Julio encontró un excelente calendario en las tierras de la faraona egipcia Cleopatra. Entre otras cosas, ya sabéis… Y encargó a Sosígenes de Alejandría, astrónomo, matemático y filósofo, la tarea de diseñar un nuevo calendario. Ésto ya lo veía venir.
Sosígenes entregó a Julio César su calendario basado principalmente en el calendario egipcio, pero conservando los nombres de los meses romanos. Este calendario poseía una duración de 365 días y un día adicional inicialmente cada cuatro años, para compensar un desfase natural producido por la traslación de la Tierra en torno al Sol.
El calendario romano acumulaba un desfase monumental y obligó a que el año 46 a. C. se convirtiera en el año más largo de la historia, con 445 días de duración. A este año se le llamó “año juliano” o “año de la confusión”.
El nombre de bisiesto también se le atribuye a los romanos, ellos llamaban “Kalendas” al primer día de cada mes. Así “Kalendas martias” lo utilizaban para referirse al 1 de marzo. A partir de este día contaban hacia atrás, de esta manera que el 28 de febrero se denominaba segundo día antes de “Kalendas”, ya que el primero tomaba parte en el recuento. La reforma de Julio César añadió un día, cada cuatro años, tras el 24 de febrero el «bis sextus dies ante Kalendas Martii» («el dos veces repetido sexto día antes de las calendas de marzo»).
Este calendario estuvo vigente en Roma durante los siguientes siglos y aunque detectaron que había un error en los cálculos de Sosígenes, no se hizo nada por corregirlo hasta 1582. El papa Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo, jesuita y matemático (otro más) alemán Christopher Clavius, el 24 de febrero de dicho año promulgó la bula Inter Gravissimas, en la que establecía que tras el jueves 4 de octubre de 1582 seguiría el viernes 15 de octubre de 1582.
Con la eliminación de estos diez días se corregía el desfase con el año solar que acumulaba el calendario romano. Para que no volviera a suceder se eliminaban tres años bisiestos cada cuatro siglos (lo que os contaba de los años seculares que no eran múltiplos de 400) y se añadía el 29 de febrero en los años bisiestos.
Así el 4 de octubre de 1582 fue el último día del calendario juliano y el 15 de octubre de 1582 el primer día del calendario gregoriano, en honor al Papa que firmó la bula que introducía este cambio.
Dos apuntes más para terminar. No busquéis qué pasó el día 10 de octubre de 1582 en los libros de historia, porque simplemente, no pasó nada. Y segundo, no os quejaréis de las preguntas que os he chivado si vais a Pasapalabra algún día. Con la S, último día de cada siglo.
Salud para todos