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Los Pilares de Dauseda

Los Pilares de Dauseda

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Las mañanas de domingo son ideales para caminar por nuestros caminos y campos.

Un grupo de andarines y andarinas, cogimos ayer domingo la mochila y Cebollosa adelante nos fuimos, andando que te andaré, a La Sauceda.

Esquivamos algún que otro charco que las recientes lluvias habían ido llenando.  Todo el trayecto fuimos disfrutando de la vista de las florecillas, amarillas, blancas, violetas…que preludian ya la primavera. Comprobamos que los botones de las Jaras están ya a punto de eclosionar;  de hecho, contemplamos con alegría que alguna ya se ofrecía orgullosa a nuestros ojos.

 Cuando el murmullo de las conversaciones cesaba, nos dejábamos envolver por el canto matutino de los pájaros, los mugidos lánguidos de las vacas que nos miraban pasar con sus ojos profundos; el hozar de los cerdos esperando un próximo San Martín; las charcas rebosantes de agua, don precioso que nos regala el cielo.

Todo lo que encontramos  va siendo alimento para el alma, porque estoy segura que cada uno fuimos guardando todas las impresiones del camino.

Casi sin darnos cuenta, alcanzamos la cuesta sinuosa y llena de baches que baja a La Sauceda. Nos saluda aromática la inmensa mimosa que salpica de amarillo la mañana agradable de domingo. Dos cigüeñas se desperezan en la torre de la iglesia. Las gallinas, que andan dando buena cuenta de su desayuno matutino, corren despavoridas al sentir nuestros pasos……..

Contemplamos por un rato largo la ladera plagada de campanitas amarillas y el agua cantarina que corre alegre por la “Meá la Vaca”. No nos cansábamos de proclamar las excelencias de aquellas tierras, cada vez más solitarias, pero que hubo un tiempo, un tiempo muy feliz, en el que bullían de vida.

Después del refrigerio al abrigo de una de las casas de piedra de Dauseda, un café calentito con dulces de Torrejoncillo recién hechos, deferencia de las anfitrionas (Asociación de Amas de Casa “María Inmaculada”), proseguimos con el paseo.

Aquel que llegue a La Sauceda no puede marcharse sin visitar la Iglesia y la Escuela, y , por supuesto las orillas de río, pero éstas las dejamos para cuando los chopos comiencen a anunciarnos la nueva estación.

Trabajo nos costó sortear los hierbajos y telas de araña para acceder a la iglesia. Nada más entrar, nos dimos cuenta de que las últimas lluvias , la humedad y el abandono en el que se encuentra, habían causado en su techo y paredes alguna que otra herida.

Tanto para los que nos hemos criado en aquellos parajes, como para los que los contemplaban  por vez primera, aquellos desconchones de las paredes hicieron mella  en los pilares del sentimiento; y pensábamos en voz alta que si no poníamos pronto remedio, aquella iglesia recoleta, testigo de tantos acontecimientos, terminaría en el suelo, igual que la escuelita.

Mientras grabo a mis compañeros cantar y rezar a San Pedro EL Viejo para que nos ayude con este panorama difícil  que tenemos, pienso que es curioso y reconfortante, sentir cómo este lugar embruja de alguna manera a los que lo visitan. Cada vez somos más los que estamos convencidos de que de alguna manera tenemos que salvar la memoria del paraíso de Dauseda, inventando y haciendo realidad proyectos de futuro.

Es cierto que el alma se nos cae a los pies al echar un vistazo a la escuela derruida, donde tantas veces cantamos las tablas de multiplicar, pero nos vamos convencidos de que hay que hacer algo para poner fin a tanta ruina y, nos cuidaremos muy mucho,  de que nuestras ilusiones no se desinflen por el camino.

A partir de ahora toca trabajar para que los pilares, los físicos y los del alma, vayan reparándose; porque una cosa es bien cierta: la suerte que corran los lugares es la que correremos nosotros mismos. Por eso: ¡Basta ya de tanta desidia!

Madurando este pensamiento, emprendemos el camino de vuelta a Torrejoncillo, volviendo a andar nuevamente lo andado; y prometiendo volver para dar vida a este lugar en el que el agua sigue rezando ladera abajo para bendecir los campos.

 Mª José Vergel Vega, Amas de Casa “María Inmaculada” de Torrejoncillo

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1 Comment

  1. upe arias

    Eque estas contando tu aqui lleva ya mi madre muxos años haciendolo, es decir limpiandolo, pintandolo haciendo las pequeñas reformas que se han podio hacer con el dinero que ha recaudado durante los pocos años que a podido organizar su fiesta, ya que nadie queria saber nada de san pedro.(empezando por sus vecinos de la finca)
    A movio cielo y tierra y nadie le a hecho caso pa arreglar las cosas y todo el mundo le ha dado largas, lo que me parece muy fuerte esq que se este haciendo esta clase de comentarios como que esta abandonado etc.. cuando esta asi porq empezando por los colonos de alli no ha querido saber nunca nada ninguno y mi madre ya casi que se ha rendido porq con sus 71 años creo que ya a luchado bastante para nada.y esque para mi se merece medalla de oro por que está sufriendo lo que nadie sabe para que se conseve tan bien como cuando les hacian sus padres las fiestas a su santo, pero…………. todo el mundo a pasao de ella………….. 

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