En el País de los Tuertos…
Cuentan las historias que en el País de los Tuertos, el Ciego, es el Rey, porque fue el que más rencor acumuló.
En ese País, que no nos queda tan lejos, no fueron capaces de encontrar el camino hacia la PAZ.
Nosotros sabemos que existen caminos para la PAZ, y a todos nos toca encontrarlos. Pero hemos de saber que ese camino empieza en nosotros mismos.
Y antes de emprenderlo, hemos de sentarnos y reflexionar.
Si acaso descubriéramos que aún queda dentro de nosotros algún resquicio, por mínimo que sea, de envidia, de odio, de intolerancia, de ganas de herir al que es diferente o piensa diferente…entonces, hemos de seguir pensando, porque aún no estamos preparados para echar a andar por el blando camino de la PAZ.
Cuando sintamos que necesitamos de los otros para hacer del mundo un lugar habitable, cuando seamos capaces de cambiar fusiles por besos, malos gestos por abrazos, ceños fruncidos por sonrisas… levantémonos y emprendamos juntos el camino.
Dejemos, entonces, que la PAZ exista a partir del roce de nuestras manos, que vaya haciéndose realidad en las huellas de nuestros pasos acompasados; sólo así, un día, una lluvia de miel caerá sobre la tierra devastada, y una luna inmensa, como dicen que es la de Sumatra, iluminará los pasos que a otros les robaron por el camino definitivo hacia la PAZ.
Y luchemos para que se haga la voluntad de los que estamos empeñados en encontrar ese camino.
Que así sea.
Mª José Vergel Vega
Gracias por la aclaración, y perdona por mi limitación , debí suponer que se trataba de una licencia literaria…Un saludo y sigue escribiendo que lo haces muy bien.
Una pequeña corrección: en la línea 11, quería decir: que día a día se despoja…
Siempre que hago algún comentario me lamento de lo mismo, que preferiría referirme a un nombre en lugar de a un número; pero, en fin…
Querido Invitado 2011: No me gusta explicar aquello que escribo, que cada cual lo interprete como lo entienda o como guste: pero, por una vez, haré una excepción.
Soy consciente de haber «pasado a pasiva» el dicho, aprovechando los múltiples recursos que tenemos a nuestro alcance los aprendices de escritores. Así pues, aprovechando esos recursos, me gusta dar vueltas de tuerca a las expresiones y a las palabras para que se adapten a aquello que quiero decir, o para revestirlas de cierto matiz irónico, dependiendo del caso.
Ese «País», imaginario o no (¡Vaya usted a saber!), es un lugar de «tuertos de corazón», gente que día se despoja, voluntaria o involuntariamente, de su condición humana, va perdiendo la capacidad de reparar en que crecemos en la medida que nos damos a los demás y nos reconocemos en ellos.
En ese «país de tuertos» el que tiene el poder está «Ciego de corazón», porque ha llegado al punto de vender sus ideales, si es que alguna vez los tuvo, de luchar por un mundo más justo y dedicarse a cosas que terminan por secar el corazón: engordar su ego y su saca.
Lamento corregirte pero la expresión no es así, es:»En el país de los ciegos, el tuerto es el rey». Si lo piensas, en un conjunto de personas que no pueden ver nada (ya que son ciegas) si hay alguien que puede ver, aunque sólo sea por un ojo (un tuerto), tiene una ventaja sobre el resto y por tanto, destacará en el grupo por ello (exagerando un poco, podríamos decir que es el rey).
Ese mismo tuerto, en un grupo en el que todos pudiesen ver correctamente por ambos ojos estaría en desventaja, lo cual nos hace ver que, dependiendo de con quién nos comparemos, podemos pasar de ser el rey a ser uno más o uno de los últimos.