
Nanas de la noche en vela
Para Adrián
Lluvia que en mis cristales
repiqueteas,
acalla la algazara
de tus centellas
ebrias de amor turgente,
nube y absenta.
¿No ves que duerme
mi niño entre cendales
de olivo y nieve?
Luna vieja de aljófar,
espuma y nardo,
en mis leves cortinas
se han enredado
tus cabellos azules
de bruma y rayo.
Peinarlos debes,
antes de que a mi niño
su luz despierte.
Viento henchido de insectos,
perfume y yedra,
que en la noche derramas
cantos de ausencia
jugando con los árboles
y las antenas.
¡Templa tu canto,
que, asustado, mi niño
se ha despertado!
Fragor de hachas feroces,
impío trueno,
cataclismo de piedra,
metal y huesos,
que bramas de los dioses
el descontento.
¡Calle tu boca!
¿No escuchas que mi niño
con miedo llora?
Estrellas titilantes
de espejo y ámbar,
Helicones febriles
de hojaldre y nácar,
que vigiláis, silentes,
la madrugada.
¡Velad conmigo!
Arrullad sibilantes.
Duerme, mi niño.
Lucero de bruñidos
rocío y plata.
Espejismo argentado
que anuncia el alba
y ofrece al postrer sueño
su luz helada.
¡Brilla más fuerte!
Más que tú luce un niño
que en calma duerme.
Sol de cobre y de vino,
que ya despiertas,
ensangrentando el cielo
con tus saetas,
e invocas a los gallos
y a las abejas.
¡Duerme otro poco!
¡No hieras tan temprano
sus tiernos ojos!
Vengan ahora las lluvias,
henchidos vientos,
estrellas silenciosas,
fragor del trueno,
rojo sol, blanca luna,
y azul lucero.
¡Llegad felices!
Mi niño ha despertado
… y me sonríe…
JONÁS F. LEÓN