No todos lo días apararece un torrejoncillano en prácticamente todos los medios de comunicación nacionales. ABC, El Pais, El Mundo, La Razón, Público,etc, etc, etc. Y es que ayer fue su tarde. Esa tarde con la que todo torero sueña el día que decide dedicarse a este oficio de valientes.

En las tertulias matutinas, previas a la corrida, nos comentaba un paisano y amigo suyo que Emilio se merecía triunfar en Madrid porque ha sacrificado toda su adolescencia y juventud por conseguir un sueño. Por esperar con paciencia, con mucha paciencia que llegara una tarde como la que nos protagonizó ayer.
Y no lo tuvo fácil, todo hacía presagiar que la corrida la íbamos a retirar pronto de nuestra memoria, pero como hasta el rabo todo el toro, y nunca mejo dicho, Emilio se sacó de la chistera la faena que puede ser el trampolín de su carrera.
El mundo del toro hoy habla de este torrejoncillano y eso es lo verdaderamente importante. Emilio le podrá contar un día a sus nietos que cortó una oreja en Madrid.
Os dejamos la crónica de
Burladero:
El colorado sexto, un toro largo, se movió lo suyo. Fue el toro de la corrida. Siempre que no le fallasen las manos, que por el ruedo rodó un par de veces. Emilio de Justo acertó con la distancia y de sus muñecas llegaron los mejores momentos. Torea bien Emilio de Justo. Lo demostró en esta plaza de novillero y se ganó el respeto de Madrid.

Supo aguantar de largo cuando tocaba y supo correr la mano y templarse. Mejor en la primera parte de la faena. Con gusto, llevándolo bien y dándole salida. Mejor por el pitón derecho, demasiado perfilero por el izquierdo, donde no le cogió el ritmo y bajó la historia. El toro, noble y con buen son, duró lo suficiente para haberle cortado una oreja con fuerza. La paseó, gracias al empuje de la plaza.

Emilio de Justo tuvo que parar tres toros para estoquear uno en primer turno. El de Martelilla, tan estrecho como cornalón, fue devuelto porinválido. El sobrero de Moisés Fraile corrió el mismo camino. Lo lastimaron con un puyazo en el brazuelo, comenzó a perder las manos… y para dentro. El sobrero de María Cascón, viejo corraleado, hizo cosas del todo menos buenas. Defendiéndose en el caballo, mal lidiado, terminó por complicarse en la muleta. No le encontró en ningún momento el sitio el cacereño, que pasó un mal rato.