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CARTA ABIERTA A DON FELIPE VELA*

*Felipe Vela es concejal del Ayuntamiento de Cáceres.

Estimado don Felipe:

Harto sorprendido me tenía su actitud. Cuando usted comenzó a tomarse el chocolate de espaldas con don José María Saponi, abandonó el pepé y fundó ese nuevo partido llamado Foro Ciudadano, yo, que soy malpensado por naturaleza, me temía lo peor. Más aún cuando con los votos de su familia, sus allegados y algún ciudadano desavisado, su partido se convirtió en eso que algunos llaman partido “llave” o partido “bisagra”, pero que yo acostumbro a llamar partido P.U.E.R.T.A. (Partido Urbanístico Especializado en Recalificar Terrenos a los Amiguetes), por no salirme del símil, puesto que las tres cosas, meter la llave, empujar la puerta y que giren las bisagras, son necesarias para llegar a la poltrona. Ahí tiene usted a doña Victoria Domínguez en Plasencia, que, nada más saber que su escaño era la puerta del gobierno, exigió la concejalía de Urbanismo, que ahí es donde está la tela, la manteca y el mamoneo, o a su mismo compañero en el gobierno tripartito cacereño, don Santiago Pabón, comunista él, pero de los que piensan que el capital sólo es malo cuando está en manos ajenas, que no pidió precisamente la concejalía de servicios sociales para ayudar a los menesterosos, ni la de Cultura o Patrimonio, que ya se sabe que todo eso de conservar las iglesias, y difundir el arte y la literatura, es cosa de burgueses, o sea, de la derecha cerril y reaccionaria, sino que se ha quedado también con el Urbanismo, para desde ahí luchar contra el capital pero, si puede ser, para quedarse con él.

Harto sorprendido, le digo, me tenía usted, no porque hubiera pasado de gobernar con la derecha a gobernar con comunistas, que ya se sabe que en este tute de la política nunca se sabe el palo que va a pintar y siempre es conveniente guardar ases en la manga para poder cantar las cuarenta. Además, que no será usted el primero ni el último que, entre los principios y el sillón, elige a la más tetuda. Ahí tiene usted a nuestro señor Presidente de la Junta, a quien Dios guarde, que en cuanto le ofrecieron un carguito en la administración autonómica, los dedos se le hicieron huéspedes para romper el carné de Alianza Popular, y se hizo de repente “socialista de convicción”, o sea, que le pasó más o menos lo que a Saulo en el camino de Damasco, pasó del azul mahón al rojo pero, como en el Monopoly, pasando por la casilla de salida y cobrando las veinte mil pesetas, y al que en su familia aliancista, sorprendidos por como el nene se les había vuelto rojillo en un santiamén, le empezaron a cantar aquella letrilla de Manolo Caracol: “ que parece una amapola entre los trigales verdes”. O ahí tiene usted a doña Raquel Puertas, concejala de Turismo de Plasencia: Gobernó con la derecha cuando don José Luis Díaz encabezaba el Ayuntamiento. Cuando el mismo señor Díaz hizo la escariochinesis en el pepé placentino, se unió a aquel cecepele que en gloria esté. En mitad de legislatura se pasa al grupo mixto y recibe el premio de una concejalía en el gobierno socialista de doña Elia. Y en las últimas elecciones sale elegida en las listas del pesoe. A esta tal señora Puertas, que siempre las tiene abiertas para cualquier partido que le permita no abandonar la mamandurria, la llamo yo señora Bustrófedon. El bustrófedon, como ya sabe usted, es un modo de escribir empleado en la antigua Grecia, que consiste en trazar una línea de izquierda a derecha y otra de derecha a izquierda, y fue el mote que le puso algún periodista con mucha mala leche a don Paco Ordóñez (q.e.p.d.), aquel señor que lo mismo era subsecretario con Franco, que ministro con la ucedé, con el pesoe, o con el lucero del alba. Pues esta señora igual, lo mismo le da de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda, el centro que los extremos, mientras conserve su despacho, su carguito, su sueldo, sus dietas y sus pluses.

Harto sorprendido, repito, y gratamente, porque usted con lo que se quedó en el reparto de canonjías, fue con la comandancia en jefe del cuartel de “Cáceres 2016, capital europea de la cultura”. ¡Ole ahí los concejales desinteresados e idealistas! Por fin un concejal que quiere ser Quijote y no Sancho, que prefiere la espiritualidad luminosa de la Cultura a los tejemanejes y birlibirloques del ladrillo. Por fin un tipo honrado, sin mácula ni tacha, honesto y de transparentes intenciones. Que ya le ponía yo casi a la misma altura que a la Inmaculada Concepción, patrona de mi pueblo.

Pero, ¡ay!, don Felipe de mis desvelos, que esta mañana, hojeando y ojeando el periódico, yo me he caído del guindo y usted de mis altares. Resulta que ha presentado usted su proyecto, y la capitalidad cultural les va a salir a los cacereños por no menos de ciento trece millones de prosaicos y metálicos euros en obras, acondicionamientos y modificaciones urbanísticas.

¡Estrella Polar y Pirámide! que diría William Saroyan, o simplemente, ¡coño!, que diría Camilo Cela. O sea, señor Vela, que ahí también va a ver unto en cantidad, unto para muchas tripas, trinque, pirateo, sisa, trapicheos, chanchullos, trapisondas, gorroneos, prebendas, hurtos, subasteo, tráfico de influencias, estampitas, bandolerismo, trafullas, componendas, mangoletas, escalos, corsarios, filibusteros, bucaneros, tiburones, buitres, tracaleros, mercachifles, salteadores, sacamuelas, chorizos, barbarrojas, cojomantecas, luisescandelas, currojiméneces, tempranillos, vaquillas, comisiones, trile, tocomocho, dos por cuatro, ocho, a ti la cultura y a mí el bizcocho, dos por cinco, diez, a ti la cultura y a mí la nuez, dos por seis, doce, al concejal, por el fajo se le conoce, y así hasta ciento y pico millones, don Felipe, que se dice pronto, caramba, carambita, carambiruri, que en billetes de a diez debe dar para empapelar toda la ciudad antigua, el santuario de la Virgen de la Montaña, las calles de la Madrila, y hasta la Ruta de la Plata. ¡Jo con la cultura!

¡Qué desilusión más grande la mía, señor Vela! ¡Yo que le tenía por un nuevo Lorenzo de Médicis, por un nuevo barón Von Thyssen, por un nuevo mecenas de las artes y las letras, amante de bibliotecas y museos, aliado de musas y canéforas, azote de la ignorancia, martillo de lerdos, espada de sabiduría, luz cultural, espejo de concejales, y cómo se le ha visto el plumero! Pues nada, hijo, que usted lo disfrute y buen provecho, y no se lo coma todo de una vez, que son muchos millones para tan poco concejal, y corre usted riesgo de que le dé la galbana, el torzón, el arrechucho o la zangarriana, por empacho de billetes. En cuanto a mí, me está bien empleado, por gilipollas y tontolaba. A ver si aprendo de una puta vez que los Reyes Magos son los padres. La próxima vez que quiera creer en alguien, me hago de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, mormón, budista, o de la Cienciología esa del Tomcruís, hala.

Jonás F. León
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