Un pueblo con barreras

Cada día salimos a la calle sin advertirlo. Paseamos por nuestras calles y somos inconscientes, o puede que nos demos cuenta. Yo hasta ahora no me había dado cuenta, la verdad. Tenemos un pueblo lleno de barreras, de barreras arquitectónicas, y no sólo eso, con calzadas en muy mal estado.

Desde que salimos a la puerta de casa nos encontramos inconvenientes, escalones demasiado altos, acerados demasiado estrechos y calzadas llenas de piedras.

Lo cierto es que uno no se da cuenta de las dificultades que eso plantea hasta que no lleva un carro de bebé o se rompe una pierna. Ahí se ve que no estamos preparados para ello, no damos facilidades a personas que tienen una discapacidad, ya sea temporal o de nacimiento. Resulta muy difícil salir a la calle y exponerse al tráfico porque no hay acerado o no es lo suficientemente ancho. Ir dando botes porque la calzada está llena de baches o intentar entrar en un edificio y no poder porque tiene demasiados escalones.

Por ello más que un artículo de opinión, hoy envío una crítica y una reflexión. Os invito a pensar en los demás, en las facilidades y las ayudas que les damos a aquellos que tienen alguna discapacidad física y en la necesidad de hacer desaparecer aquello que dificulta la vida a los demás.

Silvia Mateos Bellot