
Como una Ola
Hay que ver lo que puede liar una ola. Pero no una ola cualquiera sino la gigantesca ola que provocó un tsunami en la costa de Japón. Amenaza que llega como una ola, una sola ola gigante, eso sí, y furibunda, capaz de trastocar la vida diaria de ciudades y pueblos, de un país como Japón. Si la población sólo hubiera padecido los terremotos, todo habría quedado en un susto y algún que otro derrumbe sin importancia, porque los japoneses están preparados para resistirlos, desde los pilares de acero de los edificios, las medidas de emergencia, la mentalización de sus gentes desde niños, su educación y manera de ser. Además de preparado, el pueblo japonés es cortés y metódico. Están habituados a soportar tifones, erupciones volcánicas y bombas atómicas. Tienen paciencia para aguantar y coraje para renacer. Pero la maldita ola llegó como en la canción de Rocío Jurado. Y no sólo rompió el timón, rompió la vida de un pueblo, arrasó ciudades, destrozó embarcaciones y casas. Y lo peor de todo, provocó la catástrofe nuclear, el miedo a no poder controlarla, las consecuencias. Con la amenaza de radiactividad, ya detectada en los alimentos y agua del grifo, por la presencia de yodo radiactivo, crece la alarma. Y más, ahora que están vertiendo el agua contaminada al mar. Las consecuencias pueden ser catastróficas a nivel mundial. A veces los...
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