UNA PISCINA LLENA DE LIBROS
“A todos los que de una manera u otra se sumergieron hasta 654 veces en esta piscina llena de libros” “El verano, como cada una de las estaciones, marca una dirección y orienta en un sentido determinado el movimiento de nuestro mundo interior” Las tardes sofocantes del verano y esa maña que se da esta estación para lentificar el tiempo, me han hecho reflexionar sobre este pensamiento de José Mª Toro. Es cierto, el verano, que nos despoja de ropa y deja al descubierto nuestro exterior tal y como es después de las sombras del invierno; es un camino, paradójicamente, hacia el interior de nosotros mismos. Al igual que los frutos, nosotros también vamos madurando como personas, y eso ocurre a fuerza de veranos. Nos tornamos frutos en sazón y nos ofrecemos a los demás para que aprovechen todo lo bueno que haya en nosotros, por dentro y por fuera.Dándole vueltas a esa “sabiduría de vivir” tan peculiar del maestro Toro, llegaba más de una tarde a la piscina y comenzaba con el ritual de llenar de libros la gran mesa de madera, mientras me iba sacudiendo la modorra de la siesta. _¿Podemos ya, Mª José?, clamaban vocecitas al unísono._ ¡Un momentito! ¡Los libros necesitan encontrar su lugar, si no, no estarán a gusto!, les respondía yo para que me dieran un poquito de tiempo. Y ellos salían corriendo...
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