
La hiperconectividad que nos atrapa

7’30 horas.
Suena el despertador y lo primero que hacemos es echar mano a nuestros dispositivos móviles. Whatsapp, notificaciones de Facebook, un retuit que nos hicieron y un Like en Instragram. Desde primeras horas de la mañana nuestra actividad en la red es frenética. “Debemos” responder a todas aquellas notificaciones pendientes.
Yo a veces me pregunto, ¿qué hacíamos hace años sin tantos perfiles en redes sociales? Debo afirmar que son herramientas muy potentes y que utilizándolas de manera adecuada son muy útiles como canal de información, como herramientas para búsqueda de empleo o quién sabe si plataformas como Change.org algún día cambiaran el mundo. Nos facilitan las relaciones sociales, acercándonos a aquellas personas que hace años nada sabíamos de ellas, por poner un ejemplo.
Ahora bien, una vez vistas las bondades de las redes sociales, y a sabiendas que son muchas más de las citadas, debemos contemplar la otra cara de la moneda. Y es que el mundo ha alcanzado unos niveles de hiperconexión hasta ahora nunca vistos. Piensa, ¿cuántas veces miras tu móvil al cabo del día? ¿Cada cuánto realizas una publicación en Facebook? ¿Has cambiado tu estado de whatsapp durante la última semana?
¿Es sano la dependencia que nos causa nuestro móvil? Supongo que no mucho y la solución pasa por buscar un equilibrio entre bondades y problemáticas de nuestro día a día en la red. El futuro pasa porque todo esté conectado a la red, así que no nos queda otra que saber gestionar nuestro tiempo offline/online.
22’30 horas.
Hora de descansar pero no si antes contestar whatsapp recibidos, ver las últimas novedades de Facebook, ojear los TT de la noche y no olvidarnos de repasar las historias de Instagram. Y vuelvo a pensar, ¿qué hacíamos hace años cuando nos íbamos a dormir sin nuestros móviles? Lo mismo funcionaba aquello de contar ovejitas. Voy acabando que tengo notificaciones por ojear y mañana será otro día.
Cristian Moreno Canalo