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De una muchachina curiosa a una aficionada empedernida

De una muchachina curiosa a una aficionada empedernida

FeriaSalamanca.jpgDurante aquella época trabajaba en el periódico La Gaceta Regional de Salamanca y, dichosa yo, esos meses (los septiembres), en los iba a cubrir la feria de Salamanca, la feria charra, junto a Javier Lorenzo, Marino Hernández y Pablo Montes. También, señores, dichosa yo entre los hombres, periodistas taurinos, de esos con los que, de verdad, te quitas la montera. –Amigos, desde aquí, un abrazo enorme y mil gracias por todo–.

Quién me iba a decir a mí que iba a descubrir tantos intríngulis de la fiesta, y no de la de caña y pincho, sino de la fiesta con mayúsculas: la Fiesta Nacional. (Hoy os cuento sólo algunos detalles)

Los toros ya me inquietaban, por aquella tradición que, a base de goteo y delicadeza, se me había ido inculcando desde pequeña en tierras extremeñas. Y yo… Pues, ¡encantada! Tardes y tardes recorriéndome con María Victoria y Eusebio los festejos de la zona… Era cuestión de tirar mano del calendario de festejos y de insistir en las comidas a base de “chantajillos” de niña chica. Sí, esas armas de persuasión de las que solo los niños son expertos.

Tardes de calor y color, tardes de Glorieta (la plaza charra) y tardes de Gloria en La Glorieta. Días de conocer todo aquello que no se ve durante el festejo y detalles que son esenciales para que se dé una corrida de toros. Desde el sorteo de los toros de la mañana, la rigurosidad de las puyas del tercio de varas, la colocación del peto del caballo de picar, hasta la indumentaria del torero de a pie, pasando por conocer las características ideales y los entrenamientos de un caballo de rejoneo.

Dichosa yo. Que recorrí, pregunté y atormenté, cual muchachina  curiosa, alpresidente, al empresario, hasta a areneros, boinas rojas y muleros. Ninguno se  escapó.

Otro día os desvelo algún entresijo de la fiesta. Para los curiosos como yo, para los aficionados empedernidos (aunque esos seguro que me dan a mi más de una lección) y para aquellos que, al igual que a mí me pasó un día, empiezan a sentir cosquilleos por conocer la parte de atrás de las tablas y lo que se cuece en el patio de cuadrillas.

¿Qué os parece si para la próxima hablamos del traje del torero?

Hasta pronto.

Gloria Gil Talavero

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