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CARTA DE MARIO LOURTAU

Estimados compañeros de Torrejoncillo Todo Noticias;

espero que todo vaya bien por allí, ya veo que seguís con esa magnífica labor informativa que tanto nos gusta a aquellos que estamos lejos y que, de algúm modo, sentimos la tierra. Vosotros nos acercais cada día un poco de Torrejoncillo hasta nuestras casas y hacéis que esa nostalgia que crecen con la distancia sea un poco más entrañable y llevadera.

En una de mis lecturas, y casi de modo casual, he dado con un poema de poeta Alexandr Pushkin, considerado por muchos el mejor poeta ruso de todos los tiempos. Coincidiendo este año con la celebración de la Coronación de la Virgen, y viendo que ya han salido otros poemas dedicados a la Virgen, aquí os envío uno de bella factura, un poco exagerado en cuanto a su protagonista, pero que, en fin, resume lo que para muchos devotos de nuestra localidad y muchas otras es la Inmaculada. ¿Acaso alguen piensa que la Inmaculada, nuestra patrona, no es un tema de fervor universal?

Aunque no es el mejor poema de Pushkin, ahí os lo envío. Vale la pena leerlo por su sencillez y emotiva entrega mariana del protagonista.

Si lo creeis oportuno tirad de él.

Un abrazo para todos.

Mario Lourtau
HUBO UN POBRE CABALLERO…

Hubo un pobre caballero,
sencillo y silencioso,
de aspecto sombrío y pálido,
recto de alma y valeroso.

Una visión tuvo un día
que no entendió su razón,
que con impresión profunda
se grabó en su corazón.

Caminando hacia Ginebra,
a la vera de una cruz,
vio a la Virgen María,
Madre del señor Jesús.

Desde entonces fervoroso,
nunca más miró mujer,
ni hasta la tumba, con ellas
quiso palabras tener.

Desde entonces, la celada
del rostro no levantó,
y un rosario en torno al cuello
en vez de banda llevó.

No quería rezar al Padre,
Hijo ni Espíritu Santo.
Era nuestro paladín
un hombre en extremo extraño.

Pasaba noches enteras
al pie de una imagen santa,
sin quitar de ella los ojos
y vertiendo ríos de lágrimas.

Lleno de amor y de fe,
a sus píos ensueños fiel,
Ave, Mater Dei, con sangre
escribió sobre el broquel.

Entre los que a luchar fueron
contra el infiel enemigo,
iba él, nombrando a su dama,
por los campos palestinos.

Lumen Coelum, Sancta Rosa
con arrebato exclamaba,
y contra los sarracenos
su amenaza descargaba.

Al volver a su lejano
castillo, en él se encerró,
todo triste y taciturno
sin extremaunción murió.

Mientras se estaba muriendo
llegó el espíritu artero
para a su reino llevarse
el alma del caballero.

A Dios no rezaba –dijo-,
el ayuno no guardaba
y de modo inconveniente
a la Virgen veneraba.

La Inmaculada, sin duda,
su protección le extendió
y en el reino de los cielos
al paladín admitió.

Alexandr Pushkin. (1829)
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1 Comment

  1. Pac

    Muy bonito y sentido.
    Gracias Mario.