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ANTONIO TESTÓN

Ayer día 5 de Julio se le dedicó un homenaje a Antonio Testón, más conocido como Antonio “Florencia”.

Este Blog, y yo en particular, nos vamos a sumar a este homenaje. Sabéis que mi sección de personajes publica cada quince días, pero he pedido permiso al administrador del blog para sumarme a este acto, publicándolo después del día en cuestión para no desvelar los contenidos y actividades que se han desarrollado.

No quiero resaltar hechos grandilocuentes, porque el homenaje se dedicó precisamente a recordarnos que Antonio, como sabemos todos los que le conocíamos, era un gran colaborador en cualquier acto público que se le reclamase, bien fuera teatro, canción española, o lo que fuere, junto con las Amas de Casa, Asociación Cultural, era un buen cantaor de Flamenco…

Lo que vais a leer en este escrito, tiene unas connotaciones de dedicatoria personal, con todo mi cariño, aprecio, y respeto.

Y me refiero a lo personal porque lo traté muy de cerca, ya que uno de sus hijos, “Rober”, es uno de mis mejores amigos. ¡Qué tardes hemos pasado en ese Molino que tenía “Tío Antonio”, y la de travesuras que hemos llegado a hacer allí!. A “Tío Antonio” no le quedaba más remedio que echarnos la bronca y aguantar la travesura… Aquellas tardes en el Molino ordeñando las vacas Rober, Cristian y yo, y “Tío Antonio” supervisando la faena para que Rober aprendiera el oficio; aquella máquina que pelaba literalmente las mazorcas de maíz, y la de vueltas que le hemos dado a dicha máquina; los viajes al “Lejio” (Ejido), a darle de beber a los caballos…; y es que eran unas tardes inolvidables y siempre a la vista de tío Antonio. ¡Si es que salíamos de “escuela” a las cinco de la tarde, y a las cinco y media ya estábamos allí, y nos daban las nueve o diez de la noche!. Así que, claro, al llegar a casa, ¡bronca!: “¿Y los deberes?”.

Me acuerdo mucho de “Tío Antonio”. Cuando iba a la hora de la siesta a su casa, que ya no había “escuela” por la tarde, o en verano, abría la puerta de su casa y gritaba ¡¡¡¿Roberrrrrrr?!!!. “Tío Antonio”, con voz potente y de bronca (era lógico), porque le había fastidiado la siesta, contestaba, “¡¡Me cago en el Machicho de Diós!!”; o “¡¡Rober ni leches!!”; frases de desesperación porque era a todas horas juntos.

“Tío Antonio”: Gracias por esa infancia tan feliz que me ha quedado para recordar. Hay muchísimas historias que contar, pero no nos vamos a extender. Desde luego, vaya por delante mi homenaje personal, que queda aquí, agradeciéndole a usted principalmente, porque es el homenajeado, y a toda su familia, que es una de mis segundas familias, pues como digo: “¡¡¡Si el Molino hablase… que de historias contaría!!!”.
Gracias.

MALM

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