Cometas de esperanza.

Quiero comenzar esta pequeña reseña de la concentración que llevamos a cabo el pasado sábado 14 de Junio para exigir el fin del genocidio en Palestina, invitando a reflexionar sobre   unas palabras pronunciadas por Martin Luther King, y que seguro nos sabemos de memoria.

“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.

Nos creemos los reyes del mambo, y resulta que no tenemos el santo cuajo de preocuparnos por quien tenemos al lado y vemos sufrir. Ni siquiera somos capaces de alegrarnos con él o con ella cuando la vida se les pone amable. Cada palo que aguante su vela ─sentenciamos─ y nos quedamos tan orondos. Nos alegramos del mal del vecino y envidiamos de manera insana lo bueno que les acontece.  Estamos perdiendo la humanidad a pasos agigantados. Si podemos pasar por encima del sufrimiento de quienes tenemos más cercanos, imaginaos si los castigados nos quedan a miles de kilómetros de distancia. No sé qué tipo de vacuna nos habrán inoculado para que nos resulte indiferente tanto que tenemos al lado como lo que ocurre tan atrás mano. Ilusos de nosotros que no pensamos que las tornas pueden cambiar en cualquier momento. El mundo está gobernado por locos sin escrúpulos que pueden manejarnos a su antojo, como inertes marionetas y pisotearnos y ningunearnos y acabar con nosotros sin rastro de cargo de conciencia.

Palestina es un río de sangre que no cesa. Me abruma la corriente de silencio e indiferencia que recorre el mundo. El grito se me ahoga en la garganta. Me siento responsable de permitir que cada día , desde hace ya tanto tiempo, se siga matando a inocentes con total impunidad  . Me pregunto cómo será vivir sobre el alambre de la vida, perdiendo pie a cada paso, sabiendo que la muerte acecha como cosa cierta, que cada día puede ser el último. Me pregunto qué pensarán esos padres y esas madres con sus hijos muertos entre los brazos, a qué se aferrarán para continuar atravesando el infierno de sus días con un agujero terrible en el corazón.

Fuimos pocos los que respondimos a la llamada de la plataforma PararLaGuerra y las Marchas Globales a Gaza, llamada que canalizamos a través de la Comisión 1º de Mayo, que lleva la solidaridad por bandera en nuestro pueblo.

Sé que debería quedarme con lo  bueno, con los gestos pequeños y las pequeñas cosas que son la sal de la vida, pero no puedo por menos que arrugar el ceño y sentirme culpable por no saber cómo despertar la conciencia de la gente y posibilitar una respuesta masiva a este tipo de convocatorias que tienen que ver con nuestra capacidad de vivir como hermanos, que decía Luther King. ¿Será verdad que hay guerras de primera y de segunda? Me temo que la respuesta es afirmativa. Porque esto no iba de defender ningún régimen político, sino de plantarnos ante la muerte de palestinos inocentes, gente normal del pueblo llano como tú y como yo, como nuestros propios hijos, a quienes están asesinando como alimañas. Esto va de humanidad, ni más ni menos. Y si así no lo entendemos, no encontraremos la solución al problema.

Por eso, me tocó  el amor propio que, convecinos y convecinas desoyeran llamada tan desesperada y no se unieran ─siquiera un instante─ a una  reivindicación tan justa como urgente, de exigir el fin de las matanzas de inocentes en Palestina. Hubiera estado bien este pequeño gesto para poner de verdad a Gaza en el centro del mundo, en el interés de todos, aunque solo fuera por un instante.

De todas formas, dicen que quien no se consuela es porque no quiere, así que me quedo ─como dice Elvira, alma máter de estas llamadas a la humanidad y a la cordura─ con la sonrisa ancha de Julia Gimaré, la maga de las marionetas, al gesto amoroso con el que cogió la bandera palestina y la agitó al viento. Una no puede por menos que desfruncir el ceño, y agradecer esos gestos hermosos  que ensanchan el corazón y nos activan las vísceras del sentir.

Nos sigue doliendo Palestina, por eso seguimos saliendo a manifestar nuestro absoluto rechazo al estado genocida de Israel, causante del río de sangre en el que se ha convertido Palestina. Las cifras son absolutamente escalofriantes , casi 60.000 palestinos han sido asesinados desde que se inició la guerra, de ellos el 60% son mujeres y niños.

Frente  a las matanzas indiscriminadas de inocentes, reivindicamos la suma de las humanidades de quienes creemos que el único camino posible es el de la PAZ.

Frente al silencio vergonzante de medio mundo y a la venda en los ojos, queremos abrir una ventana a la esperanza para “romper el asedio, abrir la frontera y detener el genocidio”.

Desde estas líneas quiero agradecer en mi nombre y en el de la Comisión del 1º de Mayo, la valentía de quienes habéis partido hacia Rafah, dejando atrás vuestras vidas cómodas, porque creéis que otro mundo más justo es posible, porque con vuestra marcha estáis cuidando como un tesoro la luz de los mártires, para que nunca se apague.

Como recogía el manifiesto leído el pasado sábado : “Estamos aquí  para defender la poca dignidad y la poca humanidad que nos queda”, para analizar por qué es tan difícil vivir como hermanos. Nos urge ahora mismo ─como decía Javier Bardem en una entrevista  para la televisión norteamericana─ es no perder la humanidad y denunciar con valentía todo aquello que nos aparta de la senda de lo humano.

Vuelvo a rescatar el deseo que compartí hace ya año y medio, cuando nos concentramos para exigir esto mismo que exigimos ahora, de que nosotros, los que tenemos la suerte de estar vivos, tenemos que ser la voz de los muertos. Cosamos cometas blancas  para que sean ellas las que vuelen por el cielo de Palestina en lugar de la metralla, cometas blancas con una gran cola de esperanza.

Os dejo, para finalizar, el hermoso y duro  poema que leyó Elvira. Ójala que lo que estos versos dicen no nos resulte indiferente.

Mª José Vergel Vega

Sección: Aquellas pequeñas cosas