¡Que Dios nos coja confesados!
Uno de los acontecimientos más importantes de los últimos tiempos ha sido el triunfo de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos de América, el país más poderoso de la Tierra. Ocurrió a pesar de numerosos abucheos y protestas, de sus ideas xenófobas, racistas, del desprecio hacia las mujeres. Como César, él llegó, vio y venció contra todo pronóstico. El mundo quedó estupefacto.
Dicen que ganó porque va a ser duro con la inmigración, porque cree que va a arreglar el mundo. Se ha ganado el voto con su verborrea, quizá porque la gente quiere un cambio. Lo malo es que la líe en gordo. Tiene muchas ideas, desea tomar importantes decisiones. Tendrá que frenarse y reflexionar.
Nada más comenzar su mandato, cuelga el teléfono al primer ministro de Australia, decreta levantar un muro con México, niega la entrada a inmigrantes de varios países musulmanes, sus relaciones con Europa, con Oriente, se resienten. Europa y Asia están expectantes y temerosos.
Él no une, separa, crea confusión, exaspera a las minorías, amenaza con cierre de fronteras, impuestos a las exportaciones, deportación de inmigrantes, crea desconfianza.
Y no se ha despeinado al lanzar ataques a líderes mundiales, sanciones, vetos, abandono de tratados… Hasta el fútbol tiene en contra.
Por el lado bueno, sus medidas van encaminadas a evitar nuevos atentados a su país, no aprueba los métodos europeos.
Él desea gobernar con criterios empresariales. Ha prometido crear veinticinco millones de puestos de trabajo en todo el país, ahí es nada. Piensa que los demás países se han estado aprovechando de los EEUU y cree que no necesita a nadie. Según él, primero son ellos, luego los otros. Su objetivo es crear una nueva América. Cuenta con un gran respaldo, hasta de sectores de la prensa que antes le denostaban.
Trump pretende una política aislacionista lo que significaría un impacto brutal en la economía mundial. Está dispuesto a romper todos los esquemas, a saltarse el orden establecido. Olvida que estamos en el siglo XXI, que en su país existen órganos para frenar sus excentricidades, la prensa no está amordazada y no todo lo puede el dinero.
Me pregunto cómo será la relación con su mujer, Melania, de puertas para adentro. Sus ojos expresan tristeza. Él se ha vanagloriado de que un hombre como él puede hacer lo que quiera con las mujeres y que nadie le dice que no.
Famosos economistas españoles opinan que Trump es imprevisible, no escucha, toma decisiones equivocadas, le ven un peligro para el comercio y la economía globales.
Porque nada más empezar a gobernar dicta sentencias incómodas, provoca tensiones diplomáticas, aviva los fantasmas de una guerra comercial.
Trump da volantazos y no podrá llevar a cabo muchas de sus promesas ¿o sí?
Para algunos, lo que dice es un sinsentido. Quiere hacerse proteccionista. Si se empeña en proteger a su país, más fuerte se hará China a la que ha amenazado con imponerle aranceles lo que no beneficiará a nadie.
Trump representa el dinero, el poder, el machismo. Le importa un pito el calentamiento global del planeta, el cambio climático, la solidaridad; no tiene idea de política. La gente tiene miedo. Puede hacer retroceder este país décadas.
¿Qué nos espera a Europa y a España con él? ¿Es un idealista?, ¿un loco? Hay quien le ha comparado con Hitler. ¿Por qué su triunfo provoca pavor en el mundo?
Los resultados de su gestión están por ver. Es un melón por abrir y el tiempo lo dirá.
De momento, por lo que pueda pasar, sólo nos queda decir: ¡Qué Dios nos coja confesados!
ROSA LÓPEZ
Po zi.