La náusea que nos habita
“No debería quejarme: sólo quise ser libre” (J.P. Sartre)
Hace tiempo que las cosas en este país, que aún es el mío y al que creía conocer, no andan bien. Y al mundo, no hace falta que yo lo diga, le pasa otro tanto.
Algún marcapasos debe haberse fastidiado y no estamos a lo que deberíamos estar.
Cada mañana nos levantamos con un buen puñado de “noticias asesinas” que dice ese chico que canta tan bonito. Yo no sé vosotros, pero a mí me dan ganas de ponerme a llorar como una descosida; y continuamente me repito que quieran los dioses que mi abuelo no levante la cabeza, porque si no, ya les aviso a la Botella, al Gallardón, a mi querido ministro José Ignacio, a la noble y despistadísima Infanta de España , a su consorte tan guapo como ladrón y un largo etcétera, que les soltaría un ¡Babieca! en todo lo alto y se quedaría el hombre tan a gusto. No es normal haber luchado tanto porque caminemos hacia un mundo más justo y amable en el que quepamos todos y nos hagan revolcarnos continuamente en el lodo.
Tengo la sensación de que esto se va al garete, de que cada vez tenemos más de bestias insensibles y a los pobres que deberían ser los bienaventurados nos pisotean el cogote y no pasa nada.
Para muestra, algunos botones: el de los inmigrantes que tardan años y penurias miles en llegar buscando un futuro más luminoso y nuestros custodios, que tienen la psicología y la empatía donde ya se están imaginando, los reciben a base de salvas de pelotas de goma y vallas que no son dignas ni de animales, paladeando entre dientes un sucio ¡para que vuelvan!
O ese Rouco de las manos juntas , con voz de trueno, que siempre que habla viene a anunciar el fin del mundo y que aprovechó la homilía por las víctimas del 11M y el estar en gracia de Dios (eso es lo que él se cree), para asestar una burda puñalada trapera a las víctimas de aquellos atentados crueles en que murieron tantos incocentes. Como me voy, os doy un mitin para que os acordéis de mí pa los restos : “los autores del 11M buscaban oscuros objetivos de poder” , ale tomad carroña mitinesca , que es tiempo de ello, prensa arrabalera.
Esto se va al garete, y tengo visto y comprobado que no por mucho madrugar Dios ayuda, porque debe de estar muy harto de haberse dado tal panzada para dejarnos el mundo hecho un pincel, para que vengan ahora unos cuantos con vocación de seres eternos, de esos que se piensan que van a quedarse aquí “pa simiente” que decía mi madre, vengan y lo devoren, tirando cada uno de una punta, como alimañas sin piedad.
Que se siguen matando mujeres , pagando el caro peaje de ser costillitas del hombre todopoderoso, y más si para arreglarlo vienen ministros iluminados dictando leyes represivas que quieren que la mujer esté en casa con la pata quebrada pariendo los hijos que Dios y el hombre le envíen, porque así se reflotará la economía de este país de locos.
No olvidemos tampoco que en Siria la gente inocente sigue muriendo de rodillas y que debiéramos tener presente el miedo en los ojos de más de cinco millones de niñas y niños sirios que nos piden que no miremos para otro lado, que no olvidemos que el mundo les debe, les debemos, la luz de la esperanza.
Que la vieja Rusia demora el placer de tragarse nuevamente a Ucrania, porque el ansia de dominación de algunos es insaciable. Que en Venezuela hay quien paga las protestas con la muerte …y suma y sigue, una agria náusea nos asoma continuamente a la boca.
Hace unos días leía un artículo de Luis García Montero, en el que disertaba sobre la VERDAD y el COMPROMISO, así en mayúsculas, a ver si a alguno se le remueven las vísceras. Luis salía de una de esas conferencias en las que se pasa revista a este mundo que no sabemos por dónde cogerlo. Charlas de iluminados que nos deslumbran con su verborrea, pero que vemos que de compromiso nada de nada; de las que sales con dolor de cabeza y con ganas de echar a correr y no parar hasta estar a salvo de tanta estupidez.
Y con ganas de correr y el ánimo descalentado salió de allí el poeta, buscando algo o alguien que lamiera sus heridas. Y caminando por una calle cualquiera, descubrió que en lo sencillo está la esencia de la verdad. Luis García Montero la encontró, a la VERDAD, en unos músicos de la calle, esos a los que Ana Botella, esta mujer que no cabe en sí de glamour, quería hacerles pasar por una reválida, a ellos que tantas lecciones podrían darnos de VERDAD y COMPROMISO y de trabajar muy duro.
El relato de Luis me trajo a la memoria un músico que en un rincón de la Rosaleda del Parque del Oeste cantaba el “Ojalá” de Silvio Rodríguez. Ha pasado el tiempo y no recuerdo su nombre; sólo sé que las notas que cantaba me las traje prendidas del alma y jamás me he olvidado de ellas.
¿Por qué nos cuesta tanto comprometernos? ¿Por qué nos da miedo decir abiertamente en lo que creemos, hablar sin tapujos de nuestras convicciones?
Si no luchamos en pro de la Verdad y el Compromiso van a conseguir ponernos la mordaza y entonces ya será tarde.
Hay que vencer el miedo que nos agarrota porque nuestra Libertad y nuestra Dignidad bien lo merecen. Somos libres mientras nos queden fuerzas para luchar, sin miedo, por aquello que creemos. Hace tiempo que descubrimos que la verdad para quienes nos “gobiernan” es llenar sus bolsillos caiga quien caiga ; mientras que para los ciudadanos la verdad es que al túnel no se le ve la salida y que cada vez somos más invisibles y sabemos a ciencia cierta que la verdad, la suya, es una gran mentira.
Mª José Vergel Vega
