
UNA PISCINA LLENA DE LIBROS
“A todos los que de una manera u otra se sumergieron
“El verano, como cada una de las estaciones, marca una dirección y orienta en un sentido determinado el movimiento de nuestro mundo interior”
Las tardes sofocantes del verano y esa maña que se da esta estación para lentificar el tiempo, me han hecho reflexionar sobre este pensamiento de José Mª Toro. Es cierto, el verano, que nos despoja de ropa y deja al descubierto nuestro exterior tal y como es después de las sombras del invierno; es un camino, paradójicamente, hacia el interior de nosotros mismos. Al igual que los frutos, nosotros también vamos madurando como personas, y eso ocurre a fuerza de veranos. Nos tornamos frutos en sazón y nos ofrecemos a los demás para que aprovechen todo lo bueno que haya en nosotros, por dentro y por fuera.
Dándole vueltas a esa “sabiduría de vivir” tan peculiar del maestro Toro, llegaba más de una tarde a la piscina y comenzaba con el ritual de llenar de libros la gran mesa de madera, mientras me iba sacudiendo la modorra de la siesta.
_ ¡Un momentito! ¡Los libros necesitan encontrar su lugar, si no, no estarán a gusto!, les respondía yo para que me dieran un poquito de tiempo.
Cuando veían que me sentaba satisfecha, venían corriendo, las risas envueltas en la toalla; y secándose las manos, empezaba el trasiego de libros, de aventuras, de historias…Ponían especial cuidado en no mojar los libros, porque un libro mojado se vuelve viejo y triste y hasta las historias se le ahogan y terminan por ser olvidadas.
…a Victoria y Claudia pregonando al viento solano que habían leído juntas..
…y las avispas que picaban a Elena porque su piel era muy dulce: “Y a mí no me des esto que esto no es un libro, esto es para leer…!
En las alas juguetonas de esa libélula se reflejan las caritas de María y Eva que casi no alcanzaban a ver lo que había encima de la mesa; y cuando yo les advertía: ¡Con cuidadito, eh?; ellas, dando saltitos hacia la toalla donde las esperaban los abuelos, me respondían: ¡Valeee…!
Y mientras se alejaban, yo reparaba en Sandra que, como una pequeña tuareg, esperaba bajo su toalla que alguien le trajera historias del desierto, por ejemplo la historia del camello que Nerea me pedía cada tarde y, como la vieja mesa no guardaba ninguna historia de camellos , Nerea se conformaba con la del elefante encadenado… ¡la de veces que le quitó las cadenas!
… aquella otra libélula me trae la sonrisa de Lucía, que no se cansaba de dar los “buenos días “ a Ernesto, un chico un tanto despistado que vivía cada tarde una auténtica odisea al ir a ver a su novia…¡cuéntamelo otra vez, porfa!, me pedía sin tregua Lucía.
Me resultó tan maduro y tan de verdad el comentario de Luismi sobre los poetas del 27, que me salió un suspiro de satisfacción, de esos que decía mi abuela que te arrancaban todo lo malo; y, al tiempo, me vino a la cabeza un verso maravilloso de Cernuda: “Una sola palabra en estos días lentos”, palabras como las de Luismi, por ejemplo.
Luismi me hizo feliz aquella tarde y también aquellas chicas que regalaron a Lucía un poco de felicidad, para que luego digan que los adolescentes sólo piensan en tonterías.
En alguna de las historias que vivían encima de la vieja mesa de madera leí una frase que me llamó la atención: “Todos los niños nacen príncipes y los adultos se encargan de convertirlos en ranas”.
¡Claro, eso es precisamente lo que pasa con aquellos que piensan que los adolescentes sólo son capaces de pensar, sentir y dejarse llevar por tonterías! Los que así opinan, hace mucho tiempo que dejaron de soñar y por eso se dedican a convertir los príncipes en ranas; de todas maneras, que no cunda el pánico, porque aún nos quedan los libros, muchos libros para deshacer semejantes entuertos.
Detrás de la vieja mesa de madera he tenido la satisfacción de anotar un total de 654 préstamos de libros entre los meses de Julio y Agosto en el servicio de Bibliopiscina de Torrejoncillo. Para los amantes de la estadística, el 67% de los préstamos corresponden al género femenino y el 33% al masculino, por supuesto en edad infantil en su mayoría. Gracias de corazón a todos los que os sumergísteis conmigo en esa piscina llena de libros. Espero que saquéis vuestras propias conclusiones, yo ya saqué las mías al escribir este artículo.