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ANTONIO GARZÓN, TORREJONCILLANO DE NACIMIENTO, PRESENTA UN VINO DE CALIDAD, DEHESAVIEJA

Muchos de ustedes, lo conocerán como el hijo de D. Antonio «el médico» y hace relativamente poco tiempo estuvo en la sede de la Asociación Cultural dando una conferencia sobre enología. A continuación reproducimos una entrevista que ha sido publicada hace pocos días en el diario Hoy.

En el año 1912, un vino de Ceclavín, elaborado por el bodeguero Severo Martínez, ganó la medalla de oro al mejor vino presente en la Exposición Universal de Barcelona. Un vino de Cáceres triunfaba sobre los más reputados chianti, burdeos y borgoña de Europa. A lo largo de los cien años posteriores, el vino extremeño elaborado al norte del Tajo sólo se relacionaba con los vinos de pitarra, salvo casos aislados como algunos tintos de calidad elaborados en Plasencia.

Pero la situación parece cambiar. Hace 10 días, se presentaba en el restaurante Oquendo de Cáceres un vino sorprendente. Se llama Dehesavieja, empezó siendo un vino de los llamados de garaje y hoy se cosecha y se cría en una bodega en Riolobos, en la pedanía de Pajares de la Rivera.

El propietario de la bodega y enólogo es Antonio Garzón, un licenciado en Farmacia nacido en Torrejoncillo. Cuando Pablo Medrano, dueño de Oquendo y una de las personas que más están haciendo por difundir el vino extremeño, probó una copa de Dehesavieja, lo comparó con tintos tan prestigiosos como Dehesa de los Canónigos o Pago de Carraovejas, se arriesgó y lo presentó en sociedad.

-Cuando comenta por ahí que la bodega está en Riolobos, ¿qué le dicen?
-Lo primero que me dicen es que por qué voy a hacer yo buen vino. ¿Y en Riolobos, se preguntan, pero allí se dan las condiciones para hacer buen vino? Luego les explico, lo prueban y todo cambia.

-¿Esa zona del Alagón tiene tradición de vinos?
-En Torrejoncillo y en esa zona, Ceclavín, Acehúche, Casas de Millán, siempre ha habido viñedo. En Torrejoncillo había viñedos de 10, 15 y 20 hectáreas hasta que llegó el arranque de los años 90. El vino que se hacía no era muy bueno. Lo mismo sucedía en Coria. Allí había bodegas grandes. Luego estaba el vino de la Sierra de Gata.

-¿Qué ha pasado con los vinos de la Sierra de Gata, tan caros y tan prestigiosos y hoy casi desaparecidos?
-Los vinos de Sierra de Gata eran vinos con nata. Esa nata es una crianza biológica, no tan pronunciada como la de Jerez, pero favorece que con unos grados determinados y unas condiciones se cree una nata encima del vino, es un velo de flor, que hace que en las tinajas el vino no se pique y se conserve. Son levaduras que producen etanal y consumen alcohol. Ese etanal es el que da el aroma característico de los vinos de pitarra.
-¿Por qué desaparecen esos vinos con nata?

-Los vinos con nata se dan en tres sitios: Jerez de la Frontera, el Jura suizo y la Sierra de Gata. En Gata distinguían las natas malas negras, que picaban el vino, y las buenas blancas, que lo conservaban. Ese vino prácticamente ha desaparecido. En el siglo XXI ya no se pueden vender vinos a granel, son un alimento y han de estar regulados. La Junta de Extremadura favoreció la creación de la cooperativa de los vinos de Sierra de Gata con la intención de que los vinos de pitarra se conservaran y se consumieran. Los vinos de pitarra tenían una producción muy pequeña, pero tenían su mercado con unos precios francamente buenos de 14.000 pesetas la arroba de 15-16 litros. Es decir, seis euros la botella de vino a granel. La idea de la cooperativa era buena: los pitarreros tenían dónde llevar su vino y quien lo comercializara. Pero por alguna razón, no se orientó bien la cooperativa y se dedicaron a hacer vino normal y corriente. Se metió tecnología, no sé si no se supo hacer la crianza biológica, se empezaron a hacer vinos malos de mesa. Ahora están en un punto en que ni hacen vinos de pitarra con nata ni hacen tampoco vinos de mesa. La cooperativa debería haber sido capaz de demostrar que se podía hacer vino de crianza biológica, con la especificidad de la Sierra de Gata para vender esos vinos con garantía. Ahora la cooperativa no funciona y los pitarreros hacen vino según les parece. Habría que recuperar ese vino de pitarra con nata porque es un bagaje cultural que se va a perder.

-Cuéntenos la historia de su viñedo.
-Mi padre tenía una finca en Torrejoncillo. Allí, en 500 metros cuadrados, íbamos a instalar una piscina, pero mi padre me convenció para que plantara en ese terreno viñedo en vez de la piscina. En el 92, compramos los derechos de cinco hectáreas de viñedo. No descartamos plantar otras variedades, pero nos hemos dado cuenta de que la tempranillo es una variedad muy noble con la que se puede hacer lo que se quiera: vinos jóvenes, crianzas, reservas. No necesita de las mejoras que precisan otras variedades.

-¿Y la historia de su bodega?
-En el 2000 me voy a Badajoz a hacer Enología. En esa época ya hacíamos vino en el garaje de casa, aquí en el barrio R66 de Cáceres, donde hemos llegado a hacer 10.000 litros de vino. En el 2008, ya lo empezamos a vender con el nombre de Pajares de la Rivera. Es un pueblecito encantador que está enfrente de la viña. Es una pedanía de Riolobos, que se creó con el regadío y que ha permanecido inalterada por el abandono de los colonos, que se fueron y dejaron unas casas fantásticas. El pueblo tiene unas 20 casas, pero sólo viven cuatro o cinco familias. Allí compramos una casa en el año 2005 y empezamos a hacer la bodega. Este año hemos vinificado allí 25.000 litros de vino. Esperamos llegar a las 70.000, quizás 100.000 botellas si compramos algunos derechos más, pero no queremos pasar de esa cantidad porque no podríamos tratar el vino como nosotros queremos. Ahora tenemos 30 barricas de roble. Empezamos a vender el vino en algunos restaurantes. La primera producción fue de 4.000 botellas y nos quedan unas cuatro cajas. La producción del año pasado la hemos vendido toda. El vino se llama Dehesavieja porque el viñedo se encuentra en un paraje que era un encinar gigante llamado Dehesa Vieja entre Torrejoncillo y el río Alagón. Fue una de las expropiaciones de Franco para el regadío.

-Todo el mundo quiere hacer un vino muy bueno. ¿Por qué este lo es, aunque sorprendentemente se encuentre al norte del Tajo en Extremadura?
-El viñedo está en el corazón del regadío del Alagón, a 350 metros de altura. Durante el día, las temperaturas son como en el resto de la zona, pero durante la noche, hay una gran variación de diez grados menos por la cercanía del regadío y esto favorece que se sinteticen mejor los aromas y el color, los polifenoles. No empleamos máquinas, cosechamos muy temprano, al vino le damos su tiempo. No hacemos casi prensado. Casi todo lo que tenemos es mosto yema, mosto flor. Desperdiciamos más vino que el resto de las bodegas. Cuando está terminado, los pasamos a las barricas de roble francés y americano entre ocho meses y medio y once. No usamos el frío ni otros procedimientos agresivos que quitan mucho color y acidez.

-A veces escucho a bodegueros cacereños quejarse de que la D.O. Ribera del Guadiana es demasiado genérica, que tendría que haber existido una para Cáceres.
-Creo que la D.O. es demasiado grande, desde el sur de Badajoz hasta Cáceres, hasta Casas de Don Antonio, es demasiado amplio. Cuando hicieron la D.O., había que delimitar las zonas, se cogieron todas las zonas de mayor producción de viñedo en ese momento y se metió todo en el mismo saco. Los vinos de Cáceres no tienen nada que ver ni en variedad, ni en forma de elaboración con los vinos de Badajoz.

-¿En qué se diferencian?
-La primera diferencia es el clima. Además, en Badajoz siempre se han desmarcado, han hecho un vino de mayor producción y por los grados y las condiciones climáticas, siempre han ido un poco más como el resto de los vinos del mundo. El vino de Cáceres es más vino de autor, cada uno con su personalidad. Los de Badajoz siempre han sido de zonas más grandes, con más tecnología, más apoyo, bodegas más grandes. El vino de Badajoz es más general, más parecido al vino del resto de España y el vino de Cáceres es un vino distinto por las características de la pitarra.

-¿A cuánto sale la botella de su vino?
-Aún no estamos en tiendas. En la bodega lo vendemos a 7,20 más IVA. En tienda, sobre los 10 u 11 euros.

-¿Qué tipo de botella?
-Empezamos con las más baratas que hay en el mercado. Pero vimos que no eran adecuadas para hacer un vino de calidad. Luego compramos estas otras que son más estilizadas. Tenemos el inconveniente de que no compramos por camiones, sino que voy con el remolque a Almendralejo y cargo un palé. ¿A cuánto sale, a 44 céntimos la botella?, pues nada de descuento. La etiqueta la he diseñado yo. Estamos acogidos a Vinos de la Tierra de Extremadura y la etiqueta lleva la rueda de los aromas del vino con el nombre encima. Los vinos de reserva se llamarán Mansaborá cuando salgan dentro de medio año. No hemos registrado los nombres porque cuesta mucho dinero registrarlos y hay tantos nombres bonitos en el mundo que si nos lo pisan, lo cambiamos.

Fuente: Diario Hoy.

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