NUNCA ES TARDE

Mire, hace más o menos 25 años, un amigo me dijo: «¿has oído la noticia sobre el cambio climático?». Le dije: «Sí, pero esto no puede ocurrir, los gobernantes, los científicos, los ecologistas,… alguien tiene que hacer algo para que esto no ocurra». Ilusa de mí, como lo que prima es el interés económico por encima de cualquier otra cuestión, pues aquí estamos y aunque ha pasado mucho tiempo y yo (modestamente) sí estoy convencida de que estamos inmersos en un cambio climático, producido por un calentamiento global al que han contribuido principalmente la emisiones de gases de efecto invernadero como es el CO2 que emitimos a la atmósfera.

¿De dónde sale este CO2? La energía que gasta nuestra civilización sale la mayoría del petróleo, el carbón y el gas natural, combustibles que liberan enormes cantidades de CO2 a la atmósfera, al igual que la producción y la distribución de la energía eléctrica. La mayor parte de estas emisiones están producidas por las grandes industrias de los países desarrollados, cuyos gobernantes no respetan los acuerdos internacionales como el protocolo de Kioto, por ejemplo. Sobre esta cuestión, nosotros los ciudadanos de a pie no podemos hacer gran cosa, aunque sí podemos aportar nuestro granito de arena.

Otra parte de estas emisiones las hacemos nosotros en nuestra vida cotidiana y éstas sí las podemos modificar: en lo que se refieren al despilfarro, nada más que nos paremos a pensar, nos daremos cuenta de ello y eso es lo que les quiero plantear a las personas que puedan ser más o menos sensibles a este tema y por supuesto a las personas que podamos ser conscientes que con algunos de nuestros hábitos estamos contribuyendo a la degradación de nuestro planeta.

La sociedad en la que vivimos favorece el consumismo y el despilfarro, somos la generación del Usar y Tirar, pero los recursos naturales no son infinitos, ni inagotables y los límites del crecimiento, tanto económicos como demográficos no están tan lejos, deberíamos reflexionar sobre nuestra actitud, forma de vida y consumo. Somos el primer eslabón del proceso, somos cada uno de nosotros reduciendo, reutilizando y reciclando los que consumimos, los que podemos cambiar esta degradación. Lo que le corresponde a gobernantes y demás, ahora que las consecuencias del cambio climático está traducido por prestigiosos economistas a unas cantidades de euros que a mí se me escapan, seguro que ya sí harán algo, cuando los daños son, en algunos casos, irreversibles.

Con todo este planteamiento expuesto de una forma muy sencilla para iniciarnos en el tema, les iré sugiriendo distintas ideas y con ellas aportar nuestro granito de arena para solucionar lo que está de nuestra parte. Con ellas no vamos a disminuir nuestra calidad de vida, pero sí ofreceremos calidad al futuro, cada uno de nosotros es una causa del calentamiento, pero a la vez, cada uno de nosotros puede convertirse en parte de la solución. Para que no se haga tan largo el artículo les voy a poner un ejemplo:

La utilización de la bolsa de plástico en nuestras compras. En España se utilizan al año unas 230 bolsas por persona, anualmente son 10.500 millones de bolsas entre todos, la mayoría para tirarlas a la basura; tarda cientos de años en descomponerse, en poco más de 25 años de su historia se ha convertido en una plaga medioambiental en la tierra y en el mar.

SUGERENCIA: Cuando vayamos a la compra, llevar nuestra propia bolsa, cesta o carrito; sí…, como antes. Espero que no sea demasiado tarde.