LA JUNTA DE DAMAS
La mujer debía ser hacendosa, recatada y tener la boca calladita; debía ser, como decían los curas de la época, “”un ángel para el hogar”. Pero había ocasiones, en las que al poder establecido no le quedaba otra que tirar de las mujeres porque los hombres estaban muy ocupados en guerrear en las muchas guerras que en el mundo han sido, y son, por desgracia.
Ellos guerreaban, dejaban el mundo hecho una ruina, y las mujeres eran requeridas por los mandatarios para intentar remediar tanto despojo.
El recaudar fondos para hechos benéficos, era considerado tarea de la mujer, era propio de “las ocupaciones de su sexo”, como se decía entonces. Y es que ir pidiendo dinero de casa en casa, era considerado impropio para el sexo masculino. En resumen, que las mujeres, desde que el mundo es mundo, hemos hecho los trabajos que no eran los adecuados para la virilidad de los hombres, según los hombres, claro.
En 1914 el mundo andaba inmerso en la Primera Guerra Mundial. España había quedado al margen, pero había que ser solidarios con todos aquellos que lo habían perdido todo y que llegaban a España en busca de una patria que los acogiera nuevamente, pues eran muchos los españoles que habían emigrado a otros lugares de Europa y del mundo buscando una vida mejor.
El Gobierno Civil de la Provincia de Cáceres, envió a todos los ayuntamientos una Circular en Septiembre de 1914 que decía lo que sigue:
“La Guerra Europea, como todas las grandes crisis sociales, repercute y perturba el bienestar de todas las naciones, aún el de aquellas que como España guarda la mas estricta neutralidad en la lucha en que están empeñadas la mayor parte de las de Europa. Muchos miles de obreros españoles se hallaban diseminados por los países donde se desarrolla hoy la tremenda tragedia y han tenido que regresar a España con sus familias, en el más lamentable estado, siendo las primeras víctimas de la general conflagración.
Su Majestad la Reina Victoria, ahora como siempre, ha querido remediar tanta desdicha, y para ello propone que en todos los pueblos de España se nombren Juntas de Damas que se encarguen de recaudar fondos destinados a preservar del hambre a esas familias que llegan a la Madre Patria sin recurso alguno, y fiados tan solo en el altruismo de sus ciudadanos.
Para conseguir tan benéfico fin, se ha creado en esta capital una Junta de Damas, y del mismo modo deben nombrarse otras en todos los pueblos de la Provincia. Estas Juntas, deben estar constituidas por aquellas señoras, que por su posición social, simpatía, aptitudes, etc, tengan entre sus convecinos más influencia, con el fin de que la recaudación que obtenga sea lo mas lucida posible, debiendo admitir cuantas cantidades les ofrezcan, aún cuando sean de escasa importancia, pues siendo esta una suscripción nacional, es el deseo de S. M. la Reina que puedan contribuir a ellas, no sólo los ricos, sino también las clases menos acomodadas.
Recaudados los fondos en ese pueblo, la Junta debe enviarlos, sin pérdida de tiempo, a la Tesorera de la Junta que se nombrará en la cabeza de cada partido judicial, y ésta a su vez irá remitiendo el producto de la recaudación de todos los pueblos del partido a la Tesorera de la Junta de esta capital, Doña María Iglesias Martín del Castillo, que vive en el número uno de la Cuesta de la Compañía, la cual hará publicar en los periódicos de la misma la recaudación que se obtenga en cada pueblo.
Los alcaldes, en unión de aquellas personas que estimen puedan cooperar al mejor resultado de la elección, designarán a la junta, en la que habrá presidenta, vicepresidenta, secretaria, tesorera y cuatro o seis vocales, que se constituirán lo más brevemente posible, para que sin dilación alguna procedan a recaudar entre sus convecinos y puedan, en corto plazo, dar por terminada su misión”.
Para fin tan altruista, y siguiendo las indicaciones del Sr. Gobernador Civil, desde el Ayuntamiento se nombró la Junta de Damas de Torrejoncillo con fecha 21 de Septiembre de 1914, estando compuesta por las siguientes señoras:
Dª Vicenta Núñez Serrano
Dª Petra Núñez Llanos
Dª Cándida Sánchez Provinciano——-Tesorera
Dª María Serrano Vergel
Dª Francisca Gil Lorenzo————-Secretaria
Dª Matilde Moreno Hernández
Dª Carmen Lázaro Hernández———Vicepresidenta
Dª Victoria Osuna García————Presidenta
Dª Concepción Santos Corcho
Una vez se hubo constituido la Junta en la Casa Consistorial, la cohorte de Damas salió del Ayuntamiento, y se dirigió a casa de la Presidenta, Dª Victoria Osuna. Allí se organizaron y se dispusieron a patear el pueblo para cumplir las órdenes de la superioridad. La Junta consiguió recaudar 182,65 pesetas, que no está mal para la época. No sabemos si a esa cantidad contribuyó el Sr. Cura Párroco por aquellos entonces, Don Lorenzo Díaz Hernández, a quien años más tarde hicieron un homenaje por sus Bodas de Oro con la Iglesia y hasta le pusieron una calle con su nombre y todo. Decía, que no sabemos si contribuyó o no el señor cura, porque por aquel entonces cobrara la friolera de ¡¡50 PESETAS!! Por los Sermones de Jueves y Viernes Santo. Perdonadme, pero es que me parece un pecado muy gordo cobrar ese dineral, cuando el sueldo de un obrero de la época era de ¡¡ 1 PESETA Y 50 CENTIMOS!!, en los mejores casos y cuando tenían la suerte de trabajar, claro.
Pero en fin, a lo que estamos, que la Junta de Damas entregó el dinero recaudado en el Ayuntamiento, dinero que siguió las pautas marcadas en la Circular hasta llegar a las manos de la Tesorera de la Junta de Cáceres, Dª María Iglesias Martín, quien en última instancia mandaría nota a todos los periódicos del dinero recaudado en todos los pueblos.
La Junta de Damas duró un suspiro, lo que tardó en recaudar el dinero, al menos yo no he podido encontrar mas documentación sobre ella. Les confieso que la primera que leí en el Índice de Fondos del Archivo Municipal de Torrejoncillo eso de “Junta de Damas”, lo que me imaginé fue un salón de estilo decimonónico, con una mesa vestida coquetamente con un mantel de hilo finísimo, porcelana de la buena, pastitas de té; y alrededor de la mesa, embutidas en sus incómodos vestidos, a cual más recargado, un grupo de señoras contando maravillas de sus grises vidas…
La verdad es que a una la pierde leer, y quieras que no, la imaginación se desboca. Vamos, que iba yo pensando en encontrar en aquella Junta meollo para una novela y, mire usted por donde, me encontré con la cruda realidad: las terribles consecuencias de la Primera Guerra Mundial.