AGRICULTURA, CAPÍTULO 1
LA BARBECHERA: preparar la tierra para poder sembrar al año siguiente.
En primer lugar se partía el terreno de tal manera que todos los labradores a ser posible tuviesen los mismos privilegios y beneficios. Este acto se hacía por costumbre el día 6 de Diciembre ya que eran las fiestas de La Encamisá y La Pura y había dos días festivos. El día 16 ya se podía hacer el barbecho, por lo que había que apuntarse antes para hacer el plano de la partija.
Una vez realizados estos trámites, lo primero que se hacía era limpiar el terreno de la maleza, labor que se llevaba a cabo primero a mano y después con un cavancho (herramienta de mano utilizada para mover la tierra), era una labor muy cansada y trabajosa.
La barbechera consistía en hacer un surco con un arado tirado por animales entre los que se encontraban los burros, que eran los más frecuentes, ya que la economía de los agricultores era muy pobre; pero también había caballos, mulos, bueyes y vacas, pertenecientes a los más pudientes.
Terminada la barbechera, la siguiente operación se realizaba por el mes de marzo y se denominaba binar, que era volver a dar una vuelta al surco. En los meses de abril o mayo se daba una tercera vuelta, labor que se denominaba terciar, y había que hacerla un poco al «soslayo», es decir un poco atravesado.
Una jornada de un labrador con la yunta se llamaba huebra, los labradores cobraban por huebras trabajadas.
Con la tercera vuelta la tierra ya está preparada para la siembra, que se realizará al año siguiente en el mes de septiembre o de octubre.
LA SIEGA
Para realizar la siega eran necesarios utensilios y atuendos específicos: la hoz, la zamarra, la manga y los dedales principalmente.
Cuando se llevaban tres o cuatro horas segando, el manejero, que era el encargado, decía “señores, vamos a atar”. Previamente se había hecho la atadura que era un haz de paja que en la mañana se había humedecido en agua para que cuando se hiciesen los vencejos no se desatara o rompiera. Los vencejos eran como cuerdas que servían para atar las gavillas, el conjunto de gavillas se denominaba haces, y el conjunto de haces componían la hacina.
La jornada era de sol a sol, unas catorce horas, de las que se descontaban dos para comer. Había además una costumbre llamada mañana, en la que los mozos, para hacer frente a los gastos del domingo (bailes, fiestas, novias…) daban unas horas extras, los dueños de las cosechas pagaban estas horas más baratas.
Durante la época de la siega la conversación de los bares giraba siempre entorno a la misma.