«Santas retocadas para el devocionario» por Charo Alonso

Esta la cosa calentita, no lo digo por el frío que hace, no; no lo digo por los milagros de Fátima ¿Había alguien que dudara de una reforma laboral leonina? El milagro de Cova de Iria hubiera sido que todos le hicieran la ola a la virgen portuguesa reencarnada en ministra optimista patrona del paro. No, y tampoco lo digo por el sirio auspiciado por el ruso, que ya les vale con tanta testosterona, tanto tanque y tanto taparse los muertos mutuamente, que no. Lo digo porque después de tanta pelea va una filósofa feminista llamada Catherine Hakim y nos suelta eso del “Capital Erótico” para recordarnos a las que no somos mujeres floreros la necesidad de serlo. Horror, y yo con estos pelos que parezco la vicepresidenta… pues eso, que hoy abro los periódicos con afán bulímico –me parezco a mi querida amiga Tita- y me topo con Teresa Fernández de la Vega devenida en el retrato de Dorian Gray. Muy bien, a nadie le niego la posibilidad de ponerse estupenda, pero si alguien me explica qué vaina solidaria abanderó la señora en su lozana reaparición, que me lo cuente. Esta vez la forma opacó el fondo, qué digo opacó, si creo que la cosa iba de mujeres africanas, esas que por mucho que quieran hacerse una restauración que ni la catedral de Tarazona, con sobrevivir al día a día van que chutan. Esto de los retiros bien remunerados es lo que tiene, unos se van de crucero, otros a la universidad de la experiencia y otras se estiran. Claro que los más se quedan cuidando a los nietos para que el personal pueda ir a trabajar y les llegue para pagar al hipoteca y llenar el carrito de la compra de marcas blancas, of course. Qué pereza me da eso de pensar en mi capital erótico que debe estar en el estado de Kazajistán. Ni me acuerdo de la última vez que me pinté una pestaña, lo mío es ir a trabajar, ocuparme de la casa y comprarle básicos a la niña bonita en rebajas. Si tengo un rato es para leer las reacciones planetarias a la sentencia condenatoria… de Contador. Una está aburrida de Garzón, señores, este país siempre tan bipolar… a mí qué quieren que les diga, me parece que ha sido castigado con demasiada mano dura y que acerca del tema del franquismo estaba más que sobrado para meter la nariz y las gafas donde hubiera menester –que son muchas fosas-, pero esa santificación del señor no me gusta ni tantito. Hablando de memoria histórica, creo que deberíamos recordar todos que el señor fue de segundo de a bordo de una candidatura política, hecho que debería haberle inhabilitado para continuar siendo juez a mi desconocedor entender. Claro que ahora, eso de irse a cenar con un ex ministro con la que está cayendo me dice muy a las claras que la primera línea informativa tiene un gusto ambrosíaco… osease, que vamos a seguir dando titulares ya que tenemos un presidente pertrechado en el despacho sacando adelante España y preguntándose de donde le salen tantos ministros con ganas de reformar y pasar a la historia de la histeria ¿Alguien entiende eso del cambio del cuarto de la ESO y bachillerato? ¿Alguien se pregunta por qué tiene que celebrar una boda un notario? ¡Será para que les dé miedo divorciarse! Me gustan más las ministras, sobre todo esa pobre a la que le han colgado el sambenito del paro a ver si hace un milagrito a la Merkell, Doña Fátima Báñez no está para retoques, con torear a los sindicatos -¿Alguno ha reducido su lista de liberados del yugo laboral? ¡Está por ver cuánto nos ahorraríamos! va que chuta la pobre mujer. Menos mal que tiene donde refugiarse, el flequillo de la vicepresidenta da para mucho. Si yo fuera Rajoy le regalaba a ambas y a Ana Pastor, por aquello del socavón en las cuentas de Fomento, unas rositas rojas por San Valentín… para que las pongan en el florero y no tengan tentación de ser unas idems. Después de toda la vida confiando en el encanto de mi cerebro van y me hablan del capital erótico, lo dicho, la capital de Mongolia, Ulán Bator.