Céntimo a céntimo
DG ostenta desde hace cinco años la dirección informática de una conocida cadena de supermercados de la comunidad de Madrid. A día de hoy cuenta con 28 establecimientos y la cadena se encuentra en pleno proceso de expansión con un ambicioso proyecto en el que pretende abrir seis superficies nuevas en Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, País Vasco, Aragón y Extremadura.
Entró a formar parte de la empresa en el año 2000 dentro del equipo encargado de diseñar la conversión al euro, todo un reto para la compañía, la cual contrató dada su formación matemática, acababa de terminar la licenciatura ese mismo año.
Su progresión profesional fue gradual, sin prisa pero sin pausa, un jefe que se va por mejora en sus condiciones salariales, una analista superior que decide cambiar de rumbo en su vida, su valía personal y profesional… Todo ello hizo que finalmente llegase a la cúspide de los entresijos informáticos de la empresa, que con el paso de los años conocía mejor que nadie.
Entre sus aficiones destacaba la lectura de novela negra y de suspense, en su fuero interno siempre había fantaseado con ser protagonista de un golpe sublime, silencioso, imperceptible, como los protagonistas de los libros que leía. Y mientras su subconsciente iba madurando la idea, la vida pasaba anodina y sin muchos sobresaltos más allá de algún escarceo nocturno con amigos o algún viaje de los que quedan en la memoria para siempre.
Tenía claro que si tuviera que planear el robo del siglo lo haría con numerosas sumas de cantidades minúsculas, importes que en el día a día pasan inadvertidos pero que van engrosando un montante nada despreciable con el paso del tiempo.
En el año 2015, dado el volumen de ventas con pago digital, la empresa decidió suspender la subcontratación de la plataforma de pago por tarjeta debido a los altos costes de la misma y llevarlo a cabo desde los servicios informáticos de la propia compañía. Aunque en ese momento DG no ocupaba el puesto de máxima responsabilidad del departamento, fue a quien asignaron dirigir dicho proyecto desde su inicio.
El otro capricho del destino fueron los continuos fraudes que se daban en los pesajes de las básculas por parte de los clientes. La picaresca española al poder. Los compradores llenaban sus bolsas de fruta o bollería y cuando las depositaban en las básculas tiraban ligeramente hacia arriba para disminuir los gramos que marcaba, lo que conllevaba un decremento en el precio del ticket y las respectivas pérdidas para la empresa. Como si no hubiera una cámara de seguridad apuntándoles directamente. Ante esta situación tan repetida la compañía decidió situar las básculas en las cajas de cobro a la salida y que fueran los trabajadores los que realizaran el pesaje de la mercancía a granel.
Un domingo en la cama, al apagar la luz, después de terminar una de sus novelas en la que el ladrón había burlado a la policía con un robo de guante blanco lo vio claro, tenía las herramientas necesarias para poder llevar a buen término esa ilusión dormida que planeaba por su cabeza en sus sueños más recónditos.
Aquella noche prácticamente no durmió y por su cabeza deambularon miles de pensamientos, estrategias y cuentas para poder dar el golpe, era algo tan simple como aplicar técnicas de truncamiento y redondeo en situaciones adecuadas.
El truncamiento consiste en eliminar todos los dígitos a la derecha del orden que queremos mantener, sustituyendo esos lugares por ceros (si estamos truncando un número entero) o simplemente eliminándolos (si son decimales).
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Ejemplo con decimales: Queremos truncar el número 15,8973 a la centésima (dos decimales). Simplemente cortamos el número después del 9: 15,89
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Ejemplo con enteros: Pretendemos truncar el número 4.265 a la centena (el 2). Cortamos después del 2 y reemplazamos los dígitos restantes (6 y 5) por ceros: 4.200
El redondeo consiste en ajustar el dígito en el orden indicado hacia arriba o hacia abajo, basándose en la regla del 5. Se observa el dígito inmediatamente a la derecha del orden deseado para decidir la acción. Si el dígito de corte es 5 o mayor (5, 6, 7, 8, 9), el dígito en el orden indicado sube en una unidad (redondeo hacia arriba). Si el dígito de corte es menor que 5 (0, 1, 2, 3, 4), el dígito en el orden indicado se mantiene igual (redondeo hacia abajo).
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Ejemplo (redondeo hacia arriba): Queremos redondear el número 15,8673 a la centésima (el 6). Miramos el dígito siguiente, que es un 7. Como 7 es mayor que 5, el 6 sube a 7. El resultado es: 15,87.
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Ejemplo (redondeo hacia abajo): Queremos redondear el número 4.245 a la centena (el 2). Miramos el dígito siguiente, que es un 4. Como 4 es menor que 5, se deja el 2. Los dígitos 4 y 5 se vuelven ceros. El resultado es: 4.200.
El plan consistía en generar una doble contabilidad, una interna para la empresa y otra para el cliente y eso lo podía hacer en las operaciones de pesaje, cada vez que se utilizaran las básculas de caja. DG no tenía acceso a las básculas, todas ellas estaban precintadas por industria y seguían inspecciones rutinarias, pero sí a los tickets generados por los pesajes de estas básculas, los cuales en la mayoría de las veces se realiza una operación de redondeo.
Si por ejemplo compramos 1,234 kg de plátanos a 2,31 €/kg la operación que realiza el sistema es: 1,234 · 2,31 = 2,85054 que se redondea a 2,85 €.
Como hay mucho cliente friki que se enreda a comprobar estas operaciones, ahí no podía tocar, es decir, la cantidad que le debía cobrar al cliente debía ser esa, en cambio sabía que nadie en la empresa iba ponerse a repasar la multiplicación de una operación de báscula dentro de un ticket de compra entre los miles de clientes diarios que tenía cadena, más aún cuando estos tickets se registran en formato electrónico.
La estrategia ya la tenía en su mente, sólo había que esperar el momento adecuado y éste llegó en 2020, cuando en plena pandemia le ofrecieron la plaza de la dirección informática de la cadena, que venía con las claves de las transferencias bancarias procedentes de los pagos electrónicos y el acceso a todo el desarrollo informático de la cadena de supermercados, entre ellos los programas de generación de ticket y facturación.
Los pasos a seguir debían ser los siguientes: Al realizarse una venta con báscula y el ticket de la compra se pagaba con tarjeta se realizaba una operación de redondeo para el cliente (la legal) y una operación de truncamiento para la empresa.
Pongámonos en situación, un cliente compra 2,357 kg de calabacines a un precio de 1,87 €/kg: 2,357 · 1,87 = 4,40759
Operación que se realiza en el ticket del cliente: 2,357 · 1,87 = 4,41 € (redondeo)
Operación que se realiza en la contabilidad interna: 2,357 · 1,87 = 4,40 € (truncamiento)
Estadísticamente la mitad de las operaciones de este tipo coinciden el redondeo y el truncamiento, pero la otra mitad no lo hacen y en estos casos existiría un descuadre de 0,01 € (un céntimo de euro), es decir, en los registros de la empresa figuraría 0,01 € menos de lo que se ha ingresado realmente. La contabilidad de la cadena esperaría menos dinero del que está entrando. Para finalizar sólo haría falta desviar ese dinero a una cuenta oculta e ingresar en las cuentas de la compañía la cantidad que figurara en su contabilidad.
Pero de cuánto dinero estamos hablando. En 2021 la cadena contaba con 22 supermercados con una media de 960 operaciones diarias de pesaje cada uno.
La estimación es sencilla, si de las 960 operaciones en la mitad hay un desfase de 0,01 €. En cada supermercado al día habría un descuadre (960/2) · 0,01 = 4,80 €
Como la empresa contaba con 21 supermercados, 4,80 · 21 = 100,80 € diarios.
Contando que de media al mes los supermercados abren 26 días, 100,80 · 26 = 2.620,00 €. En un año, 2.620,00 € · 12 = 31.449,60 € sería el dinero que llegaría a esa cuenta oculta.
Una cantidad irrisoria para la cadena que nadie echaría de menos y que arreglaría las vacaciones de DG, pero sobre todo haría realidad su sueño de ladrón de novela.
Solo hacía falta apretar el botón…

