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El tren (DIGNO) de los extremeños

El tren (DIGNO) de los extremeños

Siete horas, que rezaba la canción de la artista Extremeña Bebe, dan para demasiado. Siete horas que separan Extremadura de la capital de España, siete horas de un trayecto averiado por traviesas decimonónicas. Siete horas que transcurren en la vida de jóvenes y no tan jóvenes necesitados de un medio de locomoción para salir de esta amada tierra y buscar futuro en lugares más prósperos, que no más hermosos ni más honestos.

Siete horas que han unido a extremeños de todos los colores y condiciones en una celebración, que no manifestación, reivindicativa que da muestra de nuestra personalidad respetuosa y un tanto conformista. Y digo esto porque en estos tiempos que corren muchos no entienden que queramos integrarnos en España, que queramos unir, que no hagamos uso de insultos ni peticiones de dimisiones infructíferas las más de las veces. Extremadura sigue siendo desconocida e incomprendida porque no agrede, porque intenta construir sobre la base de la crítica constructiva, porque aguanta y espera paciente una solución que se demora ya décadas, porque sostiene las peores infraestructuras ferroviarias de esta Nación que se pierde en luchas por la disgregación.

Fui viajero de ese tren indigno durante años, atravesé la meseta castellana en siete horas, unas veces menos y otras más, semana sí y semana también. De Cañaveral a Atocha, y viceversa. Cuántos viajes rodeados de paisanos que nos hacíamos más amena la velada, cuantos recuerdos de un tren que poco o nada ha cambiado, un tren, como definía Pepa Bueno el pasado 18N “que se quedó agarrotao”, un tren injusto que nos aísla, un tren al fin y al cabo, desfasado, anclado en el tiempo que pide a gritos modernizarse.

Que Extremadura tenga un tren digno es una inversión en rentabilidad social. Esto ya lo sabían los que nos gobiernan, los que tienen que tomar la decisión de hacer y no hacen. Sirva esta columna para sumarnos desde esta web local a la reivindicación de la sociedad extremeña; y sirva para que se perciba nuestro malestar, a pesar de lo festivo de la concentración en Madrid; sirva de MANIFESTACIÓN INCONFORMISTA, para aclarar que lo educado y respetuoso no quita lo valiente. Esta tierra nuestra ha comenzado de dejarse ver y oír y ojalá esto sea el preludio de un cambio de rumbo en nuestra historia, un punto de inflexión hacia un futuro prometido en menos de siete horas. Ojalá no sea necesario utilizar el tren porque podamos trabajar cerca del terruño que nos vio nacer.

Tomás Moreno Sánchez

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