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LA HORA DEL CIUDADANO

El próximo domingo día nueve de marzo las personas mayores de dieciocho años y con nacionalidad española están citadas en los colegios electorales del municipio en el que estén censadas. El motivo es la elección de diputados y senadores que formarán parte de las cámaras de representantes que constituirán el poder legislativo durante los próximos cuatro años. Estos representantes elegirán al presidente del gobierno, quien designará una serie de ministros que, junto con aquél, conformarán el poder ejecutivo.

Diputados y senadores son elegidos por circunscripciones, que se corresponden con las provincias y las ciudades autónomas. En el caso de los senadores hay una singularidad en las provincias insulares, que no son circunscripción, sino que ésta coincide con cada isla habitada, excepto Ibiza y Formentera, que forman una sola.

En Cáceres se eligen cuatro diputados, los que corresponden según la población censada, y cuatro senadores, como en todas las provincias peninsulares. Cuando votamos elegimos a estos representantes de nuestra circunscripción, que no serán asignados de manera proporcional según los sufragios recibidos, sino por los parámetros que marca la aplicación de la ley D’Hont contemplada en nuestro sistema electoral, que favorece a las mayorías, por aquello de la estabilidad política.

Estas son las reglas del juego que se pusieron en práctica tras la dictadura de Franco y con las que entramos en un periodo democrático. Son las normas que tenemos para ejercer nuestra participación en el sistema de organización como país. Con ellas tenemos derecho a elegir quién dirige los designios de nuestra sociedad, a quién preferimos que ponga en práctica un modelo ideológico que nos represente.

Podemos poner en duda la manera de repartir diputados, la conformación de las circunscripciones, la aplicación de la ley D’Hont; podemos reivindicar la plasmación del voto en blanco, el derecho, por qué no, a la abstención y su manifestación en los resultados; cuestionar, en definitiva, la ley electoral. Podemos igualmente reprochar a los políticos corruptos su falta de escrúpulos para aprovecharse de todos en beneficio propio y reclamarles su falta de ideología e implicación.

Pero a pesar de todo, este es el único acto en el que el ciudadano decide, en el que cada persona tiene la libertad de poder expresarse, sin clases, sin religión, sin bolsillos; todos contamos y todos… ¡votemos!
Roberto C. García Donoso
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