DE JUSTO TIENE UN COLOR ESPECIAL

Emilio inundó Sevilla de verdad al natural, con un buen y exigente encierro de la A coronada que pidió el carné a la terna del sábado del alumbrado.

Se había desplazado hasta la capital hispalense  un nutrido grupo de miembros del Club Cultural Taurino de Torrejoncillo para apoyar a su paisano, y se hicieron notar en una bonita mañana de feria, en la que el pescaito y las viandas torrejoncillanas se dieron la mano. Que buena patatera y lomo tienes, amigo Domingo, y lo que gustó a sevillanos y guiris que disfrutaban de tan taurina mañana.

Pero lo que también gustó, y de forma unánime,  fue el toreo de Emilio de Justo que tiene sin duda alguna «un color especial». Este toreo se llama verdad; aquí no hay ni trampa ni cartón y ha puesto de acuerdo a  prensa y afición. Pese a fallar con los aceros en su primero, su clase ha quedado patente en la Real Maestranza de Caballería, plaza donde había apuntado ya su buen hacer en la época de novillero, que lo esperaba, tras su triunfal 2018.

Desmonterado y con un elegantísimo  terno catafalco y oro, hace el paseillo de Justo, en su debut como matador de toros en el albero del coso sevillano.

Torear es algo muy difícil, y de la forma que lo hace el torrejoncillano a este tipo de encastes, no está en la mano de cualquiera. Pureza y verdad van íntimamente ligadas. Tras una buena brega con el capote ante los dos grises que le tocaron en suerte, se armó de paciencia con la muleta, y pese al viento y a las complicaciones que presentaban sus oponentes las faenas fueron a más. Tragó y dio buena muestra de su toreo por ambos pitones,  cruzando nuevamente el umbral, donde la verdad se escribe con mayúsculas, con una cadencia y lentitud que al natural embaucó a Sevilla. Lástima de espada que hubieran sido la guinda a una gran tarde del de Torrejoncillo.

El coso del Baratillo despidió a Emilio con una gran ovación, premiando su esfuerzo,  que impregnó la tarde sevillana del color especial de su toreo.

Espera Madrid.

Ángel Carlos Sánchez Pérez.