Baile de máscaras

¿Qué disfraz buscaron para este año? No me lo digan, pasen y vean. Más allá del: “Yo este año sólo compré la goma”, tenemos donde elegir.

Pudieron ser locos enamorados, que coincidiendo con carnaval se disfrazaron, o no, de dulzura y cariño, de galán encorbatado que corteja a su dama con preciosas palabras, un ramo de flores y una cena elegante. Lástima que la mayoría de las veces sea sólo un disfraz, y ese día 14 quede guardado justo allí donde el polvo, del malo, se adueña de él, justo al lado de la nariz de payaso y el gorro de bufón.

Pero no se alarmen, si no les gusta esta idea, también tenemos el disfraz de “grupi” desatada, por el estreno, que coincidiendo con San Valentín y Carnaval (risoria coincidencia), tuvo lugar en todos los cines. Llegó la película “50 sombras de Grey”. Una apasionante producción que desató y desatará, o no, los deseos de quienes la presencien. Pueden escoger este disfraz, y anhelar esa pasión, ese juego con lo oscuro, ese tonteo con el límite de lo deseable y lo prohibido. De nuevo una lástima que solo sirva para acumular polvo, de una u otra forma, nótese la ironía.

Y por último contamos con los “clásicos”, si, esos disfraces que nunca mueren: Mecánico, granjero, albañil, enfermera, bombero… Las profesiones, que nos enseñan en la escuela y que todos aprendemos, y que hasta no hace mucho; solamente teníamos que acercarnos a un taller, a una granja, a una obra o a un hospital para tomar nota de sus atuendos, de sus manchas de grasa, de su horca y sombrero de paja, de su mono anaranjado del ladrillo, de sus palitos de madera en el bolsillo o de ese casco y ese porte que engrandece a hombrecillos…

Ahora sólo son disfraces, y esta vez, se acurrucan con más pena que gloria en ese baúl, donde ya no cabe más. Si, ese mismo que rebosaba ilusión y sátira, y que ahora sólo pide a gritos, ahogados en la necesidad, volver a ser mecánico, granjero, albañil, enfermera o bombero,
pero no de carnaval.

Lástima que más allá de carnaval: los amantes no amen, los apasionados no se apasionen y los trabajadores ya no trabajen. Ríanse por no llorar, y esperen otro nuevo carnaval, o no.

Mario Mirabel Alviz