La mejor versión de Emilio de Justo

Qué orgullo, maestro. Qué orgullo, paisano. Qué orgullo, torerazo. Y esa tarde de sangre y gloria llevaba el nombre de Emilio de Justo, por bandera. Olés en cada capotazo y el tendido teñido de blanco con esos pañuelos agitados por un público encantado. Y aplausos, fuertes, de verdad, a un espada entregado. Gracias (gritaban) en cada vuelta al ruedo en el que mostrabas tus trofeos.

Emilio, nos emocionaste en cada gesto y te pido, desde aquí, que lo sigas haciendo cada vez que pisas la arena. Que enamores con ese estilo tan tuyo (y clásico cuanto menos) a todos aquellos que se acercan a la plaza a disfrutar de toros y toreros. Y que salgan, sí, hablando de ti, hablando de Emilio de Justo, hablando de un torrejoncillano que lleva el valor en la sangre y que así lo deja caer cada tarde.

Pienso. Recuerdo. Grabo… Ese instante en el que el miedo estremeció al coso casareño, en ese quinto toro de la tarde, ese tercero Urcola de tu lote. Parecía que iba a haber un “se acabó por hoy” con esa importante cogida que te causó y tú plantaste un “ahora”. Saliste de nuevo al ruedo con tronío. Tarde de septiembre de sangre y gloria.

Sobra decir con la pluma, ya a estas alturas, que de cada suerte con tu capote o muleta, en la actual versión de torero de Emilio de Justo, se desprende un “hoy me siento”, un “hoy disfruto”, un “hoy soy creación creando” y, por supuesto, un “quiero ser artista del toreo”. Es emoción lo que se siente al verte, montera tan nuestro. Paisano y vecino de la calle Coria. Y sí, hay que decirlo bien clarito, hay que defender lo que sentimos torrejoncillano. Brindemos, alzando la montera bien arriba.

Suerte, amigo y pronta recuperación. Esperamos verte pronto en el ruedo.

Gloria Gil Talavero.