Nuestra Paisana Verónica Correa, atrapada en Nueva York: «Estábamos aislados en una ciudad fantasma»

La amenaza de huracán vació las calles y subió los precios: «Hemos pagado 50 dólares por 2 bocadillos y 2 cervezas». «No había sensación de nervios, parecía que todo estaba bajo control, aunque no podíamos salir del hotel», reconoce.

ROCIO CANTERO 31/10/2012, Periodico Extremadura

Verónica Correa, enfermera del hospital San Pedro de Alcántara.

En menos de una semana Verónica Correa ha vivido junto a su madre y su hermana el Nueva York más bullicioso y también la ciudad fantasma en la que quedó convertida con la alerta activada por la llegada del huracán Sandy, que al cierre de esta edición –y cuando lo peor parecía haber pasado– había originado en la ciudad 10 muertos y numerosos daños materiales. «Estamos atrapadas en una ciudad fantasma, en la que no hay gente por la calle, no hay coches, no funcionan los transportes públicos, los aeropuertos están cerrados y no hay nada abierto», contaba a las doce de la mañana de ayer al otro lado del teléfono, cuando allí eran las siete de la mañana y se disponían a intentar salir a desayunar algo. Llevaban un día encerradas en el hotel, siguiendo la recomendación de las autoridades de no salir a la calle por vientos huracanados.

«Solo nos hemos movido para comprar algo de agua y comida en una tienda próxima, que es la única que está abierta aquí», explica. Y eso que están alojadas en un hotel situado en el corazón de la Gran Manzana, entre Madison Avenue y la calle 45, y a escasos metros de la siempre concurrida Quinta Avenida. «Ayer pagamos 50 dólares (unos 38 euros) por dos bocadillos y dos cervezas en el único sitio abierto», señalaba sobre el sobrecoste al que se enfrenta como consecuencia del desastre natural.

A primera hora de la tarde, hora local, dieron el primer paseo por Manhattan tras el paso del huracán. «Lo peor ya ha pasado y ya se ve a gente por la calle, la mayoría turistas deambulando. Pero lo cierto es que nunca hemos tenido sensación de nerviosismo. Todo parecía estar controlado y hemos dormido sin problemas», confirmaba. Lo peor en la zona en la que ellas estaban alojadas se produjo entre las ocho de la tarde y las once de la noche del lunes, cuando se registraron «ráfagas de viento muy fuertes» unidas a la lluvia. El viento continuaba ayer martes, con menos intensidad, pero la ciudad seguía estando en gran medida paralizada.

Verónica Correa, que trabaja como enfermera en el Hospital San Pedro de Alcántara, llegó junto a su madre y su hermana a Nueva York el 23 de octubre. Era un viaje de placer de seis días de duración para conocer ‘la capital del mundo’, que llevaban tiempo preparando y que debía haber terminado el pasado lunes.

El domingo ya comenzaron a presagiar que quizás no podrían regresar porque fue cuando comenzó a blindarse el corazón de Nueva York para hacer frente al huracán: se cerró el transporte, se cortaron los puentes y túneles que comunican Manhattan con otros barrios y que permiten conectar con los tres aeropuertos.

AEROPUERTOS CERRADOS «Nos cancelaron el vuelo cuando se cerraron los aeropuertos ante la amenaza de huracán y aún no sabemos cuándo podremos volver», decía ayer. Esperaban poder hacerlo a lo largo de la jornada de hoy, aunque no sabían si se levantaría el cierre aeroportuario. «Vamos a preparar las maletas porque lo que queremos ya es poder regresar cuanto antes», decía, después de que el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, anunciara que el aeropuerto JFK (en el que aterrizan los vuelos procedentes de España) podría reabrir hoy. Y es que su coincidencia con Sandy en La Gran Manzana, aunque haya pasado de largo para ellas, sí les está originando unos gastos extraordinarios. Solo la habitación del hotel cuesta 250 dólares por noche, que no están cubiertos por el seguro de viaje, precisamente porque se trata de una catástrofe natural.