PIES DESCALZOS

Desde hace años Torrejoncillo viene demandando un paseo que colme las expectativas de los viandantes. No hace falta haber estudiado Ingeniería para sostener que la carretera de circunvalación de Torrejoncillo (M-30), por donde tantos lugareños salen a pasear o a hacer deporte, no reúne las condiciones necesarias para estas prácticas. Es más, conllevan un alto grado de peligrosidad. Ahora se está habilitando un carril en uno de los márgenes de la carretera que pretende hacer las veces de paseo. Sin embargo las carencias que plantea el mismo son evidentes: la anchura a penas da margen para que dos personas paseen codo con codo y, por tanto, la “fila india” resultará inevitable, por lo que el paseo perderá parte de su atractivo. Difícil lo tendrán las madres al pasear a sus niños con carritos, y más aún, aquellos que se crucen con otro grupo de frente, pues tendrán que hacer encaje de bolillos para seguir caminando. El paseo, que supuestamente ganará en seguridad, no lo hará tanto, puesto que si no se instala una barandilla divisoria entre el pavimento y las baldosas, la gente seguirá invadiendo la carretera. Aunque salta a la vista, no sé cuál será el resultado definitivo del paseo, pero, al contrario de lo que sucedió con otras infraestructuras locales culminadas con éxito, no parece que éste vaya mucho más allá de un recubrimiento y lavado de cara del arcén, eso sí, para beneplácito de nuestros frágiles tobillos. La idea del paseo, aunque tampoco es nueva, para nada es reprochable. Todo lo contrario. Pero Torrejoncillo clama a gritos un paseo digno, donde las parejas puedan pasear cogidos de la mano sin miedo a quedarse pegados por las extremidades, y los ancianos sigan haciendo del cuchicheo un arte mayor. Caminar hacia adelante con la cabeza erguida también es cuestión, como diría el saltador de altura, de medir bien los pasos, de hacer las cosas bien para que en un futuro no tengamos que volver a pasear con los pies descalzos.