Restaurante Las Tinajas promociona a TTN

MAESTROS DE ANTAÑO IV

La verdad es que últimamente a mi jefa le da mucho por la intrahistoria, por lo que a mí me ha dejado en suerte ocuparme de la historia, que maldita la gracia que me hace. No se imaginan ustedes la de cosas interesantes que me gustaría hacer a mí, pero claro, cómo no voy a hacerle ese favor. Bueno, entre ustedes y yo, creo que la pobre está pasando por algún bache creativo, aunque ella no lo diga, claro, ya saben ustedes que las jefas son las jefas.

En fin, a lo que estamos, a la historia de esos maestros de antaño que dejaron buena huella en los que nos precedieron… Perdonen, otra vez, pero hay veces que se me va el santo al cielo, tan alto sube, que ahora mismo no sé ni donde lo dejamos en la anterior entrega. Lo que sí me suena es que les expuse a ustedes una inmensa lista del material escolar que encontró Dª Asunción Clemente Díaz al tomar posesión de la Escuela Elemental de Niñas el 26 de Febrero de 1873; amén de una serie de recuerdos que me vinieron de golpe. ¡Qué le vamos a hacer, una lleva ya tanto tiempo viendo a su jefa, que a veces se pone tan tonta y sensible como ella! Procuraré que no me vuelva a suceder, pero si me pasa, a aguantarse tocan, y si no, que escriba la jefa.

A mí una de las cosas que más me llaman la atención de toda esta época, son los exámenes que se les hacían a los niños y a las niñas escolarizados. Estos exámenes eran públicos y a ellos asistían la flor y nata de las autoridades, con el Sr. Inspector de Instrucción Primaria a la cabeza de la comitiva. Digo yo, que los pobres alumnos se pondrían a temblar, pues tener que demostrar lo que sabes en público es de las cosas que peor he llevado siempre: te sudan las manos, se te suben los colores, las piernas te tiemblan como a bebé primerizo…, vamos, a puntito de que te de un infarto ya en la más tierna infancia.

Pero si los niños y niñas lo pasaban mal, qué me dicen de sus maestros y maestras, pues si los alumnos no contestaban de manera correcta, ellos quedaban de pena delante de sus superiores, y estaba la cosa como para que te echaran de tu trabajo con cajas destempladas.

En Noviembre de 1871 se pasó visita a la Escuela de D. Juan Fermín Sánchez, en la que había unos treinta niños muy poquito instruidos. Al parecer, contestaron por peteneras en Religión y en Aritmética. En Geografía la cosa no mejoró lo más mínimo, pues no sabían ni las capitales de las provincias españolas, ni tan siquiera los primeros rudimentos de nuestra historia contemporánea. La Junta de Escuelas salió de allí pensando que aquel Don Juan Fermín no tenía ni pizca de carácter y que cuando menos lo esperara, se quedaría más sólo que la una, que en la vida habían visto maestro más apático y negligente. Lo que les decía, esto es lo que tienen estos exámenes que se hacen sin importar quien caiga y sin tener en cuenta, como atenuante, el mal día que puedan tener los alumnos o el maestro.

Comprobó la Junta, que las 23 alumnas de Dª Francisca Magno no sabían gran cosa. En defensa de la maestra, hay que decir que la pobre señora sufría de muy mala salud y no podía dedicarse a la enseñanza de sus pupilas como era menester. Por eso, la Junta, esta vez sí, tuvo la deferencia de permitir que Dª Francisca descansara y repusiera su maltrecha salud, nombrando como sustituta a Dª María Garrido Llanos, a la que pagarían la mitad del sueldo que venía disfrutando Dª Francisca. Me consta que esta señora hizo todo lo que estuvo en sus manos y en las manos de la medicina para mejorarse lo más pronto posible, pues claro, preferiría no encontrarse muy católica y percibir su salario íntegro, que no reponerse en su casa y cobrar sólo la mitad. Estaba yo pensando que si ahora se hicieran estos apaños… mejor ni lo pienso siquiera, no vaya a ser que con esto de la crisis demos ideas a alguien.

La Privada de Párvulos, que regentaba Don Gregorio Maíllo, en la que había niños de 3 a 5 añitos, dio a la Junta una sorpresa agradabilísima. Estos niños apuntaban ya maneras en Religión, Cuentas e Historia, por lo que se les concedió una subvención de 300 reales anuales.

Don Francisco Ramos Hernández, hermano de nuestro Don Jenaro, se ocupaba de una de las Elementales de Niños. Allí, la Junta encontró otra sorpresa, esta vez no tan agradable, y es que ¡ estaban mezclados los niños con las niñas, y para colmo, según estimaciones de la Junta, con una cultura penosa! ¡Si es que eso de mezclar las churras con las merinas…! La Junta, muy digna ella, le recordó al maestro que aquello que tenía preparado en su escuela era muy, pero que muy peligroso: los niños y las niñas no podían estar juntos y mucho menos revueltos.

De la otra Elemental de Niños se hacía cargo Don Alonso Martín Franco. Así, así tenían que ser todos los maestros. La Junta destacó de él su carácter enérgico, su inteligencia y su constancia, valores que le habían servido para seguir aún, pese a su edad avanzada, al pie del cañón. Aquellos niños demostraron saber de todo, lo que le valió al maestro conseguir el premio de la Junta de Escuelas.

Muy laureado fue también Don Vicente Llanos, maestro de una de las Elementales de Niños. A ella asistían la friolera de 100 educandos. ¿Pero cómo se las apañaba el maestro para dar abasto? ¿Cómo era posible que niños de tan solo cinco añitos leyeran y escribieran casi como bachilleres incipientes?

Noventa y dos niñas había también en la Elemental de Dª Francisca Barroso Hernández. Hicieron estas niñas unos exámenes primorosos con excelentes calificaciones, por lo que la Junta les concedió como premio el trasladarse a los frescos muros de la Ermita de San Albín durante el tiempo de verano.

Como puede comprobarse por estos datos, Torrejoncillo no era un pueblo que tuviera problemas con el absentismo escolar. Niños y niñas acudían habitualmente a la escuela. El problema era la masificación de las aulas. Los niños y niñas estaban hacinados, sin el sitio suficiente como para respirar a gusto. Me imagino las protestas de los más tiquismiquis, y en esas condiciones a ver quien no lo era: “Señó, que este m,a movío”, “Que te eches p,allá o vas a la señorita”.

Para colmo de males, los locales que servían de escuelas seguían sin reunir las mínimas condiciones higiénicas. En una visita girada por el Inspector de Escuelas, que consta en un Acta de 11 de Junio de 1883, se queja el buen señor de que la Superior y Elemental de Niños, se encontraban situadas en pésimos locales muy reducidos y muy mal acondicionados:

“…en términos de ser imposible el que funcione pedagógicamente, ni aún que escriban todos los niños a la vez; por consiguiente, no pueden admitirse más alumnos; antes al contrario, procede despedir a todos los menores de siete años a fin de que los que queden trabajen con desahogo”


Advirtió el Inspector que la Elemental de Niñas estaba ubicada en un .lugar desarreglado, oscuro y ruinoso. Sólo se salvaba en este sentido, la otra Elemental de Niñas de Dª Francisca Barroso, situada en un local luminoso y ventilado, bastante limpio y ordenado, pese a tener la maestra que hacerse cargo en algunas ocasiones de la friolera de ¡150 NIÑAS!
Y bien, queridos lectores, hasta aquí hemos llegado en la presente ocasión. Os juro que aunque quisiera continuar, me he quedado sin palabras: ¡150 alumnas, Jesús, qué barbaridad!
Mª José Vergel Vega
GestoPyme promociona a TTN

About The Author

COMERCIO EN TORREJONCILLO Y VALDENCÍN

X Aniversario Coronación Inmaculada Concepción

ENCAMISÁ DE TORREJONCILLO AÑO 2019

OFRENDA FLORAL A CABALLO A MARÍA INMACULADA TORREJONCILLO 2019

Fotografías de Torrejoncillo 2017

16179228_1403164503029581_7130468097193983150_o 16473473_1418164714862893_2949885717882912986_n 16711568_1429065077125410_58464246027591575_n 18118647_1713937345299506_4356167146911121910_n 18698293_1544757235556193_6346166722917451478_n 19702079_1791196954240211_2390050626019197913_n 22894157_1683284338350928_5318469112051155075_n 24129536_1961485633878008_2574099144968629850_n 25552077_1736669173012444_6628678946373866539_n

Normas en TTN

Existen unas normas que se deben cumplir, por favor leelas antes.

Normas en TTN